Nivel 2 revista divulgación filosofía oriental

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de la obra literaria de
Alice Ann Bailey y Maestro Tibetano.
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Alice Ann Bailey y Maestro Tibetano.

Ya ha salido el número 36!https://www.revistanivel2.es/REVISTA-NIVEL-2-36-WEB.pdf
20/01/2024

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Ya disponible el número 35!!https://www.maestrotibetano.es/revista-nivel-2-35-web.pdf
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17/06/2023

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Ya Disponible el número 33!!https://www.maestrotibetano.es/NIVEL_2_33_WEB.pdfA través de la historia, el número 33 ha si...
14/01/2023

Ya Disponible el número 33!!
https://www.maestrotibetano.es/NIVEL_2_33_WEB.pdf
A través de la historia, el número 33 ha sido un enigma, pues para los ocultistas y las sociedades secretas como los Masones, el número 33 es muy importante, de hecho también se trata de un número mágico que ha aparecido en los eventos más oscuros e importantes de la historia, desde los tiempos bíblicos hasta la era moderna.

Por su parte, Elizabeth Van Buren afirmó que “En la numerología espiritual, los números 11, 22 y 33 son los denominados “Números Maestros”, siendo el numero 33 el más alto en la escala. Este número representa la edad de la Maestría en la Iniciación de Jesús (su muerte, resurrección y ascensión), a parte de otros detalles esotéricos. El “33” simboliza el grado alto de consciencia espiritual por parte del ser humano”. Así mismo, algunos teóricos en conspiración sugieren que los Illuminati controlan la “Organización de las Naciones Unidas, haciendo referencia a la bandera de la ONU, donde se observa un globo terráqueo dividido en 33 secciones, rodeado de ramas de olivo.

Ya disponible el número 32!https://www.maestrotibetano.es/resources/NIVEL-2-32-Web.pdf
25/09/2022

Ya disponible el número 32!
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02/05/2022

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Ya disponible el número 30 la revista!http://www.maestrotibetano.es/resources/NIVEL_2_30_web.pdf
13/02/2022

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----- GNOMOS -----Los gnomos (aclaramos que no hace falta pronunciar ese grupo consonántico gn- tan ajeno al idioma espa...
23/10/2021

----- GNOMOS -----
Los gnomos (aclaramos que no hace falta pronunciar ese grupo consonántico gn- tan ajeno al idioma español, se puede pronunciar tranquilamente “nomos”) son los elementales inferiores, e involutivos, relacionados con el elemento tierra; es decir, con la materia física densa.
Estos elementales son los pertinaces y aplicados trabajadores que, sin cesar, crean y destruyen las formas terrestres. La palabra “gnomo” proviene, seguramente, pues hay varias teorías, del latín gnomus y esta de una hipotética palabra griega *γηνóμος (que se leería genomos, o "el que habita dentro de la tierra”), compuesto con γῆ (ge = “tierra”, como en geografía) y νέμεσθαι (nemeszai= ”yo habito”). El término entró en la lengua escrita gracias a los escritos del alquimista suizo Paracelso, concretamente en su famoso Liber de nymphis, sylphis, pygmaeis et salamdris, de 1556.
No es del todo correcto que los gnomos vivan en el interior de la Tierra, pues muchos de ellos habitan en el aura etérica de la superficie de nuestro globo físico.
A este respecto, nos dice Hodson (importantísima figura de la Sociedad teosófica, clarividente desde los cinco años y autor del impresionante libro “El reino de los dioses: estudio de los dioses, ángeles y elementales de la naturaleza” de donde proviene la siguiente cita):
“El verdadero gnomo vive, normalmente, en el interior del doble etérico de la Tierra. Generalmente es huesudo, largo y delgado, grotesco en su apariencia, casi cadavérico, con un aspecto totalmente demacrado. Algunas veces son solitarios. Dan la impresión de ser extremadamente viejos. Su apariencia es por completo diferente a la de cualquier humano normal de hoy en día. Para nuestro sentido de la proporción, sus brazos son demasiado largos; las piernas están curvadas a la altura de las articulaciones como si la edad los hubiera doblegado. La piel de la cara es áspera y reseca, los ojos pequeños y negros, ligeramente girados hacia las sienes. Como hemos dicho, los gnomos parecen un resto de la antigua Lemuria. Si esto fuese cierto, acaso este tipo de gnomo reproduzca el aspecto que deberían de tener la gente en esa época.
El gnomo terrestre no es un elemental agradable. Los que se han visto en Inglaterra son completamente negros, o marrones como la turba, y aunque nunca me he relacionado con su activa hostilidad, su atmosfera es incontestablemente desagradable”.
Los gnomos que viven en la superficie de la Tierra viven las más de las veces en soledad, al menos en relación con el ser humano, el cual casi siempre vive relacionado y en comunidad.
Las denominaciones que se les han aplicado establecen que hay múltiples categorías de ellos: pigmeos, silvanos, sátiros, panes, drayds, brownis, hombrecillos de los bosques, etc…
La altura de los gnomos siempre es, más o menos, la misma, pero por su propia fuerza de voluntad estos pueden cambiar sus proporciones.
Muchos autores ponen en duda que el aspecto del gnomo invariablemente sea el de un ser vestido con los trajes propios de la Edad Media. A casi todo el mundo le choca esto. En realidad, los gnomos que se desenvuelven en la superficie de nuestra Tierra no tienen un cuerpo verdadero. Se trata de un pequeño campo de fuerza que, en el momento de su nacimiento, “copia” la moda de ese determinado momento y de esa determinada región en la que nace y a partir de ahí, fabrica su propia forma- pensamiento. Puesto que los gnomos pueden vivir varios cientos de años, podremos darnos cuenta de que la manera de vestirse no ha evolucionado al correr de los años, o que al menos no se ha ido transformando con respecto a la manera actual.
Algunos de ellos tienen la talla aproximada de una mano humana. Sin embargo, siempre desconfían del ser humano y lo evitan. Por eso, son muy difíciles de observar. Se esconden habitualmente en los lugares oscuros de las casas o los bosques. Por el contrario, les atrae la cercanía de los niños, y muchos de ellos han recibido ayuda de los gnomos en algún momento apurado, por ejemplo, en el trascurso de cualquier pequeño accidente en las vacaciones.
Muchos niños cuentan que, habiéndose perdido en bosques o entre campos de cultivo, de pronto han visto algo así como una llamita que por momentos tomaba forma humana y que los invitaba a seguirla.
Los gnomos también tienen un lado menos simpático, y es su tendencia a hacer payasadas. Son seres bastante traviesos y se divierten mucho creando problemas.
De una manera general, conocen el punto débil de los humanos y actúan sobre él obrando en nuestras propias funciones psíquicas. Por ejemplo, a una persona poco atenta o que tenga la memoria poco desarrolladla la desquiciarán lanzando una nube etérica sobre ciertos objetos que los vuelva invisibles a los ojos humanos. Puesto que perciben con toda claridad las formas- pensamiento que generamos los humanos, son estas formas- pensamiento las que actúan como acicate para que ellos desencadenen tal o cual broma. No solo pueden tornar un objeto, temporalmente, invisible, sino que también pueden desplazarlo.
Ciertos gnomos pueden desmaterializar objetos, pero eso hay que exigírselo. También pueden desplazarse a una increíble velocidad, pero siempre acaban volviendo a la región en la que trabajan.
Son los constructores de las formas y por eso pueden actuar muy fácilmente en la apariencia de las formas, pero jamás harán esto a menos que se les ordene. Puesto que son pasivos por naturaleza, reaccionan a las órdenes de los devas inferiores, o al impacto de un individuo que entra en contacto con ellos. Una persona pícara, o traviesa, provocará en el gnomo la apetencia de gastarle una broma. Igualmente, el que es colérico atraerá a los gnomos de idénticas características, y provocará en estos gnomos deseos de atormentarlo o de hacerle pasar un mal rato.
Algunos gnomos tienen misiones bien precisas, por ejemplo, la de guardar y vigilar los yacimientos de riquezas minerales, ya sean carbón, piedras preciosas, petróleo, o gas.
También vigilan y cuidan de lugares arqueológicos muy especiales y que han de verse protegidos de turistas, investigadores y funcionarios. Esto es así, por ejemplo, en ciertos yacimientos históricos en el desierto de Gobi, donde bajo las arenas existen restos de una gran civilización.
Estos gnomos guardianes son seres especialmente repulsivos y muy peligrosos, pues tienen el poder de materializarse e incluso de ser oídos por el ser humano. Se les llama BAHTIS.
La tumba de Gengis Khan, todavía no encontrada, a pesar de las expediciones, está vigilada por este tipo de elementales.
La clase superior de los gnomos tiene el poder de materializarse y además de tomar aspecto humano. Por eso es la clase más conocida.
En occidente, a veces toman el aspecto de un monje solitario. Mientras que, en Oriente, suele ser un sanyasi, es decir, una persona mendicante y que ha renunciado a la vida ordinaria y a cualquier tipo de posesión. Constantemente deambulan por las regiones más apartadas y algunas veces intervienen para ayudar algún caminante en apuros o a un peregrino descarriado.
El Maestro Tibetano en Fuego Cósmico nos dice:
“Entre los devas manipuladores de los niveles más inferiores del plano físico denso, se hallan ciertas formas subterráneas de existencia, mencionadas en los libros antiguos y ocultistas. En las entrañas de la tierra habita una evolución de naturaleza peculiar muy semejante a la humana. Tienen cuerpos peculiarmente burdos que podrían ser considerados casi físicos, según entendemos dicho término. Moran en colonias o grupos en las grutas centrales, muchos kilómetros debajo de la superficie de la tierra, regidos por un gobierno apropiado a sus necesidades. Su trabajo está estrechamente relacionado con el reino mineral, y controlan a los “agnichaitas” de los fuegos centrales. Sus cuerpos están constituidos de tal manera que pueden resistir mucha presión, y no precisan la libre circulación de aire como el ser humano, ni se resienten por el gran calor que hay en el interior de la tierra. Poco puede decirse sobre estas existencias, pues están relacionadas con las partes menos vitales del cuerpo físico del Logos planetario, encontrando su analogía microcósmica en los pies y piernas del hombre. Constituyen uno de los factores que posibilitan la actividad progresiva revolucionaria de un planeta.
Aliados a ellos hay varios grupos de entidades de tipo inferior, y el lugar que ocupan en el esquema de las cosas sólo puede ser descrito como relacionado a las funciones planetarias más burdas. De nada serviría extendernos sobre estas vidas y su trabajo; no le es posible al ser humano entrar en contacto con ellos de ninguna manera ni tampoco sería deseable. Cuando hayan cumplido su ciclo evolutivo, en un ciclo posterior ocuparán su lugar en las filas de ciertos cuerpos dévicos, relacionados con el reino animal”.
Los iniciados pueden contar con la ayuda de los gnomos para su trabajo de servicio. Grupos enteros de ellos pueden ser empleados para cometer un trabajo en la Tierra. También un ocultista, ya sea a por la fuerza del rito o por su fuerza de voluntad, puede usar de ellos.
He aquí un ejemplo de ello que nos cuenta el coronel Olcott:
“Puesto que en nuestra casa las servilletas brillaban por su ausencia, un buen día, compré un paquete de ellas y las llevé a nuestra morada. Las cortamos, y Blavatsky quería ponerlas en uso inmediatamente. Pero yo protesté diciéndole que antes había que hacerles un dobladillo. En fin, ella, alegremente, acabó aceptando mis sugerencias y se dispuso a hacerlo. Tomó su caja de costura y abriéndola, empezó. Apenas había comenzado, muy irritada, le dio una patada a la mesa en la que estaba trabajando, mientras decía “¡Aparta de ahí, memo!”. Yo, muy admirado, le pregunté, “¿Pero qué es lo que pasa?”, y ella me dijo que no sucedía nada. Y añadió: “Solamente pasa que un elemental, por debajo de la mesa, me está tirando del vestido porque también quiere trabajar”. “¡Qué bien!”, respondí yo, “¿y por qué no le dejamos que haga todos los dobladillos”? Blavatsky se rio y me dijo alguna tontería para castigar mi enfado, pero de ninguna manera quiso darle gusto a ese pequeño esclavo que simplemente quería demostrarnos su buena voluntad. Yo continué insistiendo y al final acabé por convencerla.
Me dijo que guardáramos bajo llave las servilletas, las agujas y los hilos dentro de una biblioteca con armarios de cristal con cortinas verdes, y que estaba situada en la otra punta de la sala.
Así lo hicimos. Yo me volví junto Blavtasky y me senté a lado de ella, y la conversación retornó naturalmente al único e inagotable tema que ocupaba nuestros pensamientos: la ciencia oculta. Al cabo de quince o veinte minutos, escuché un pequeño ruido, algo así como un grito, bajo la mesa. Entonces HPB. Me dijo, “este pequeño espanto ya ha acabado las servilletas”. Fui a comprobarlo. Abrí las puertas de la biblioteca y encontré una docena de servilletas cuyos dobladillos estaban tan mal hechos que ni la más torpe de las costureras de una academia de corte habría podido hacerlos tan mal. Pero, efectivamente, los dobladillos estaban hechos”.
Antes de acabar, me permito recordar al lector los peligros de jugar con el mundo de los seres elementales. Es muy fácil (de hecho, suele ser lo habitual) que un practicante medio acabe siendo la presa de las fuerzas elementales que él ha evocado. Al final, estos seres serán los que le van a dominar, sojuzgar y esclavizar.
Juan Ramón González Ortiz

Imagen extraída del libro de
D. Vicente Beltrán Anglada
Estructuración dévica de las formas

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13/10/2021

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NUMERO 29 YA DISPONIBLE!

Cosas de los filósofosSÓCRATESDesde siempre, Sócrates ha sido una especie de Jesucristo de la Filosofía. Una especie de ...
18/07/2021

Cosas de los filósofos

SÓCRATES
Desde siempre, Sócrates ha sido una especie de Jesucristo de la Filosofía. Una especie de primer mártir. Tuvo ocasión de huir, tras su condena a muerte y, de hecho, todos esperaban que así lo hicieran. Pero el filósofo no quiso hacerlo. Le había sobrado el valor en numerosas ocasiones y no iba a hora a manchar su nombre en la ancianidad. Había luchado muy valientemente contra los espartanos en la desastrosa batalla de Anfípolis, que le costó el exilio a Tucídides.
Sin embargo, Aristóteles, en una circunstancia muy parecida a la de Sócrates, huyó sin ningún problema ni dilema moral.
Sócrates fue un verdadero y completo maestro. Él inició una línea de pensamiento que ha sido seguida muy pocas veces en la Filosofía Occidental. Toda la filosofía posterior a él, empezando por la de su discípulo Platón, traiciona este saber práctico.
• En cierta ocasión, un ciudadano de Atenas descargó, inadvertidamente, contra Sócrates un golpe de palo cuando lo vio pasar por la calle. El filósofo, guardó silencio prudentemente sin decir nada, sin ni siquiera quejarse, viendo cómo el malandrín huía muy divertido. Entonces se volvió a los amigos que manifestaban a gritos su indignación, y les dijo: ¿”Qué os parecería si llevara ante los tribunales a un b***o porque al pasar por la calle, junto a él, me dio una coz”?
• Su discípulo preferido, el gran Alcibíades, que, años más tarde, tendría una triste muerte, siendo llorado y velado por una pr******ta tan solo, le regaló un terreno para que se edificara una casa. Sócrates, cuando lo supo, le comentó. “¿No sería ridículo que si yo necesitara unos zapatos alguien me regalase un amplio trozo de cuero para que yo me los fabricara? Así pues, ¿no te parece igual de ridículo ese terreno que me ofreces tan amablemente? No lo puedo aceptar, para mí ese terreno sería más una molestia”.
• Parece ser que fue un alfarero quien le preguntó a Sócrates si debía o no casarse con su prometida. “No te preocupes. Haz lo que quieras”, le dijo el filósofo. “Hagas lo que hagas te arrepentirás más tarde”.

• Estaba Sócrates charlando con sus amigos, cuando vio que alguno de ellos estaba con un secretario haciendo un inventario de todos sus bienes. Una vez que acabaron la lista, Sócrates les pidió que redactaran ahora la lista de todos sus amigos. Entonces vio que dudaban y que reflexionaban largamente. “!Qué extraño”, dijo Sócrates. “La gente conoce de memoria sus posesiones, pero no así sus amigos”.
Sócrates estaba casado con Jantipa, una mujer malhumorada y tiránica, de la cual Sócrates jamás dijo nada malo. Al contrario.
• En el trascurso de una bronca descomunal, Jantipa le lanzó a la cabeza a Sócrates un orinal repleto de meados. Y, entonces, Sócrates declaró, mirando al vecindario que seguía atónito la discusión, “Qué os decía yo: cuando Jantipa truena siempre acaba por llover”
• Se quejaba un ciudadano de Atenas de que la subida al poder de los Treinta Tiranos hubiese significado la condena a muerte de Sócrates. El filósofo, oyó sus amargas quejas, y le dijo, ”Oh, no merece la pena quejarte. Exactamente la misma pena es la que les ha impuesto a ellos la naturaleza”.
• Estaba Sócrates a punto de beber la cicuta, cuando su mujer, Jantipa, gritó que Sócrates moría injustamente. El filósofo se volvió hacia ella y le dijo, “Menudo consuelo, por Zeus, ¿acaso preferirías que muriese justamente?”.





CRATES
Fue el más importante continuador de Diógenes el cínico. Tuvo ese temperamento brutal, divertido, burlón, a ratos muy insultante, del gran Diógenes. Llevó vida mendicante. A patadas y a grandes voces, por las buenas o por las malas, mandaba a los vecinos que le abriesen las puertas de sus casas para conversar con ellos sobre cualquier tema. Motivo por el cual la gente le llamó “Abrepuertas”. Hoy en día, en nuestras justas, igualitarias y democráticas sociedades, Crates, habría acabado en la cárcel. Pero en la primitiva Atenas, no. Para que después digamos que actualmente estamos más avanzados….
Hiparquia, una gran mujer filósofa, quiso compartir su vida con él. Ambos tuvieron un hijo y una hija.
• Crates era muy rico. Cuando decidió hacerse filósofo vendió cuanto tenía y regaló toda su fortuna a los ciudadanos de Tebas, su ciudad natal. Enterados sus familiares de lo que estaba pasando, mandaron a unos parientes para disuadirle. Cuando Crates, los vio venir, los amenazó con su bastón, mientras les decía: “¡Apartaos de mí, estiércol, u os romperé las costillas!”.
• Su esposa Hiparquia pertenecía a una familia muy rica. Se enamoró perdidamente del filósofo y amenazó a sus padres que o la dejaban marchar con el filósofo o se suicidaría. Los padres llamaron a Crates, para que disuadiera a la muchacha. Una vez que Crates, entró en casa, delante de todos, se desnudó y le dijo a Hiparquia, “Esto es todo cuanto poseo. Esta es mi hacienda. Solo podrás ser mi compañera si vistes este mismo hábito”.
• Le preguntó un ciudadano una vez, “¿Hasta cuándo debemos filosofar?”. Y la respuesta fue: “Hasta que los políticos te parezcan lo que son: pastores de asnos”.
• “¿Qué le debes a la filosofía?”, le preguntó una vez un tebano. Y Crates le respondió: “El no preocuparme nunca por nada”.
• Un día, al pasar por delante de un grupo de gente que conversaba, uno soltó la expresión “nadie es perfecto”. Entonces, Crates, parándose en seco, le dijo al que acababa de decir esta frase. “¿Eres tonto, o qué te pasa? ¿Acaso alguien puede comerse una granada sin que haya ni un solo grano pasado?”
• Nicódromo estaba desafinando de manera insoportable cuando tocaba la cítara en uno de los pórticos del ágora. Crates, incapaz de soportar ya el concierto, le dijo. “Nicódromo, qué estruendo armas. Me imagino que estás muy cansado porque, tal vez, hoy por la noche, no hayas podido pegar ojo pues, a buen seguro, tu mujer te habrá molido a palos por lo mal que tocas”. Entonces, Nicódromo se levantó y le reventó una silla contra la cabeza. El chichón que le salió a Crates era tan voluminoso que este se pegó un papel en la frente que ponía, “Esta maravilla es obra de Nicódromo”.
• “¿Tienes patria?”, le preguntaron un día. “Por supuesto”, dijo Crates. “Soy ciudadano de Diógenes, quien me enseñó a vivir y a despreciar la muerte. Mi país se llama “Pobreza y Anonimato”.
• Un día vieron a Crates lanzando insultos atroces a una pr******ta que estaba asomada a la puerta de un bu**el. “Basura de mujer, excremento de Afrodita, ¿es que te arde tanto la entrepierna que tienes que apagar el incendio tirándote a cien hombres diarios, junto con sus caballos y sus perros?”. Y la pr******ta le respondió: “Maldito y desgraciado, ¡montaña de cerdos!, charlatán, tu padre ya era cliente mío antes de que tú nacieras para apestar la tierra. Vete de aquí antes de vaya a buscar un hacha y raje tu repulsivo miembro de arriba abajo en dos mitades.”. Entonces todos vieron que Crates se alejaba muy contento. “¿Pero por qué insultas a las pr******tas de los bu**eles, Crates?”, le preguntaban. “¿No pregonas por todas partes la paciencia y la tolerancia?”. “Oh, me encanta que las pr******tas me insulten”, dijo Crates. “Nadie insulta tan bien como ellas. Es el mejor entrenamiento que puede haber para después soportar, como si nada, las burlas y las calumnias de la gente normal”.

Por Juan Ramón González Ortiz
[email protected]

Número 28 ya disponiblehttp://www.maestrotibetano.es/resources/NIVEL_2_28_web.pdf
25/06/2021

Número 28 ya disponible
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Los registros akáshicos a la luz de la TeosofíaJuan Ramón González Ortizgonzalezortiz2001@gmail.comNo hace muchos días, ...
30/04/2021

Los registros akáshicos a la luz de la Teosofía
Juan Ramón González Ortiz
[email protected]

No hace muchos días, me detuve, sin otro motivo, en una librería de la localidad en la que resido. Se trataba de una librería especializada en esoterismo. En el caso todos estos comercios, al arrimo del esoterismo, también florece ahora la adivinación, las terapias psíquicas más extrañas, el vegetarianismo más peculiar, el culto a la naturaleza, la sistemas de curación más peregrinos que uno se pueda imaginar, el tarot en todas su variedades, y demás disciplinas que poco o nada tienen que ver con el esoterismo. Uno de los temas que más abundantemente vi representado fue el de cómo capacitarse para poder leer los anales akáshicos. Parece ser que esta es una disciplina tan sencilla que cualquiera puede estar preparado en algunos días. Uno de esos libros prometía que en pocas semanas uno ya estaría en disposición de poder asistir al as*****to de Julio César, o a la pasión de Cristo, o contemplar a Napoleón, melancólico, sentado en un promontorio de Santa Elena, lanzando piedrecitas al Océano Atlántico.
Me pareció todo esto tan demencial, tan frívolo y un sinsentido tan grande, que, estudiante de Teosofía como soy, me propuse escribir un artículo para comentar de qué estamos hablando cuando hablamos de registros akáshicos ¿Acaso sabe la gente a qué nivel hay que remontarse para poder leer estos anales? Por supuesto que no lo sabe, pero ¿puede ser que ni tan siquiera lo sospechen?
La Teosofía clásica ha explicado suficientemente el término de registro akáshico. Gracias a estos autores podemos saber lo que es cierto y lo que no lo es, pueslos grandesteósofos escriben con tal claridad que no hay espacio para las dudas o las imaginaciones.
Leadbeater se quejaba, ya en su época, de que mil y una personas afirmasen tener acceso a los anales akáshicos. También se quejaba de que aún más gente anhelaba ponerse en contacto con estos registros para curiosear la historia oculta del planeta, así como el destino del planeta Tierra y de todo el Sistema solar. Y esto era en pleno siglo XIX ¿Qué diría ahora el gran Leadbeater si viese que leer en los anales akáshicos es uno de los pasatiempos favoritos de la llamada “new age”?
La verdad es que si queremos saber qué son estos registros no hay más que acudir al gran triunvirato de la Teosofía: Blavatsky, Leadbeater, Annie Besant.
Con estos autores de la mano estamos protegidos contra cualquier mixtificación.
Por supuesto, yo no tengo ninguna experiencia en el campo de los anales akáshicos, por tanto, cediendo el protagonismo a estos tres autores, vamos a intentar avanzar en medio de la confusión.


Quien haya soñado con ir al Tibet, sentirá ciertos escalofríos al pensar que podría haber sido la ignorante y confiada víctima del frío y calculador asesino mencionado en la serie de Netflix La Serpiente.


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En primer lugar, habría que corregir el término, pues, aunque es cierto que estos registros se leen en el akasha (porque todo, absolutamente todo, está contenido en el akasha) pero no forman parte del akasha.
Aún peor es el término de “luz astral”, pues estos registros están, verdaderamente, muy lejos del plano astral.
Es cierto que en los niveles astrales pueden existir vistazos, resplandores, cuadros incompletos de escenas, pero estos no son sino un reflejo de las verdaderas imágenes.
En general, akasha equivale a decir cualquier tipo de materia no sólida ni visible, abarcando desde Mulaprakriti hasta el mismísimo éter físico.
Puesto que akasha es la materia del plano devachánico, o plano causal, y es en ese plano en el que uno puede ponerse en contacto con estos registros, tal vez por eso se ha creado al término de “anales, o registros, akáshicos”.
La Teosofía entiende que en los registros akáshicos está la solución a todos los problemas de la humanidad. Así de claro y de sencillo.
Para entender qué son estos registros nos tenemos que remontar a la creación de nuestro universo. Nada más y nada menos.
Un ser elevadísimo, inimaginable, por nosotros, un Logos, decide crear un sistema. Entonces forma primero todo ese sistema en su mente, tal y como hacemos nosotros cuando emprendemos cualquier proyecto. Nuestro primer paso sería diseñar la estructura en nuestro espacio mental y, acto seguido, empezar a añadir elementos, y relaciones entre esos elementos.
Exactamente igual actúa un Logos: forma un plan, un sistema en evolución con la totalidad de sus cadenas planetarias, sus ciclos y sus sucesivos globos.
El Logos, en el plano mental que le es propio, crea un sistema hasta en sus más mínimos detalles. Llegado este punto, imaginémonosde qué tipo de plano mental estamos hablando. No tenemos ni idea de cómo es la capacidad y la profundidad de la menta de un ser de estas características. Pero nada parecido a nuestra pequeña medida y a nuestro escaso entendimiento. Cuando ese ser objetiva esa creación en su plano de pensamiento, se produce la creación. Desde ese plano del pensamiento irán descendiendo, a su momento, todos esos elementos que han nacido a la vida objetiva.
La Teosofía insiste en que no solo ese sistema del que hablamos ha sido creado por un Logos, sino que todo ese mismo sistema forma parte indeleble de ese Logos. Sería su prolongación física. Por tanto, la energía que fluye a través de esa manifestación física es la propia energía del sistema que, a su vez, es la energía del Logos. Se trata de una unidad total, absoluta, pues como dice San Pablo:

“Querría que lo buscasen a Él, a ver si, al menos a tientas lo encontraban; aunque no está lejos de ninguno de nosotros, pues en Él vivimos, nos movemos y existimos" (Hechos 17, 27-28).

Tengamos en cuenta que todo cuanto sucede en nuestro sistema, o en nuestro plano, es algo que también está sucediendo, más o menos simultáneamente, en la conciencia de ese Logos. Esto quiere decir que los anales akáshicos son su memoria. Su propia memoria. Y su mente.
Esa memoria está tan inmensamente lejos de nosotros que solo podemos acceder a ella por medio de algún tipo de reflejo o de proyección suya, pues ese diseño atraviesa todos los planos subsiguientes. Y ese reflejo, o esos reflejos, proyectados en la pantalla de un plano inferior, es lo que nosotros podemos leer, habida cuenta de la imposibilidad de remontarnos hasta la mente de ese Logos.
Como ya hemos dicho al principio, el plano astral es uno de los planos en los que se proyecta este diseño. Naturalmente, esa proyección es extraordinariamente imperfecta e incluso está por completo desnaturalizada. Y esto es así porque lo que vemos en el plano astral es un reflejo de otro reflejo. Pensemos en cómo el agua de un estanque desfigura y empaña cualquier reflejo de la realidad, pues no olvidemos que el agua es el símbolo material equivalente al plano astral. Incluso cuando esa agua está tranquila y en calma todo lo más que podemos esperar es ver en una superficie plana, de dos dimensiones, un cuadro de formas que se pintó en, al menos, tres dimensiones. Ahora imaginémonos que esa superficie está recorrida por el viento, o por un huracán, ¿qué reflejos podremos ver? Imaginémonos que en medio de estos vientos embravecidos podemos ver un trozo de escalera o la copa de un árbol, ¿de qué nos valdrá este pequeño fragmento, o, incluso, un fragmento aún mayor? Serán precisas muchísimas horas de visualizar fragmentos para completar algo parecido a una escena. Y, tal vez, eso no se logre nunca pues el plano astral por su definición es inestable, líquido y movedizo, y siempre está más o menos agitado, y, en consecuencia, tiende a la alucinación.
No se puede confiar en el plano astral ni en las percepciones hechas en este plano. Es más: nosotros, pobres mortales, ni siquiera tenemos la capacidad de saber si lo que estamos presenciando es cierto o no.
En los planos causales la cosa cambia por completo. Ahí los registros son exactos y precisos, y de una tal claridad que nadie puede equivocarse al emprender su lectura.
Por ejemplo, supongamos que tres clarividentes acceden en el plano causal a determinada información. Los tres verán lo mismo y obtendrán idéntica información. Sin embargo, es cierto que cada uno observará alguna parte especialmente importante o llamativa para él. Pero los tres contarán la misma experiencia y el mismo contenido. Habida cuenta de que lo visto y experimentado en esos planos no puede comunicarse por medio de palabras físicas.
Efectivamente, ¿cómo contar cosas ocurridas en un plano superior en el lenguaje propio de un plano inferior? De la misma manera que un artista necesita años y años de estudio y de práctica en la disciplina de la perspectiva, el modelado, las sombras, etc., para poder plasmar en un lienzo de dos dimensiones un paisaje que realmente posee tres, así también ocurre con el investigador clarividente: es precisa una larga educación antes de poder trascribir en las palabras propias de un nivel inferior todo cuanto se ha visto o percibido en un nivel más alto.
También hemosde tener en cuenta que cualquier relato de una experiencia tenida en los planos causales no se aproxima ni remotamente a la experiencia en sí misma. Sería algo así como describirle el mar, con todas sus sensaciones, a una persona que jamás lo haya visto: ¿cómo hacerle partícipe del movimiento de las olas, de la variedad de colores, del permanente aroma de su frescura, de las gaviotas que van y vienen, dejándose ir, sobre la flor de las olas?
Así pues, es muy difícil trascribir al plano físico lo visto en el plano devachánico. Y aún será más difícil sin consideramos que estas experiencias se han traído dos veces, pues primero han tenido que extraerse del plano mental superior, y después desde el plano astral, porque la memoria forzosamente tiene que pasar por ahí para descender al plano físico.
Los maestros de la Teosofía insisten una y otra vez en la total incapacidad del lenguaje para expresar lo vivido en el plano causal.
Pensemos que en el plano astral la realidad posee una dimensión más, la cuarta dimensión. La idea de la cuarta dimensión nos es incomprensible. A no ser que directamente hayamos visto de qué se trata. Entonces sobran las palabras. Sin embargo, ¿cómo expresar clara y distintamente esto con las palabras corrientes de nuestro lenguaje? Pero, resulta que cuando nos elevamos a los planos devachánicos, o causales, aún se añade otra dimensión más: la quinta dimensión.
¿Nos imaginamos la dificultad que supone moverse desde la quinta dimensión a la tercera dimensión, en la que moramos?
Hemos comentado más arriba que los llamados registros akáshicos se pueden considerar como la memoria del Logos. Así es, pero en realidad es muchísimo más que eso.
La realidad es que ese Logos, en su conciencia, la cual está por encima del plano devachánico, al menos en el plano búdico, no distingue pasado presente y futuro. Y además no se halla limitado por la necesidad del espacio o del tiempo. En su conciencia, pasado, presente y futuro están simultáneamente presentes en él. Por tanto, todo lo que ha sucedido en el pasado y todo lo que sucederá, está sucediendo instantáneamente ante él, ante sus ojos, digámoslo así.
En verdad, esto es imposible de comprender.
Cuando contemplamos, en el silencio de una noche, la Estrella Polar, no caemos en la cuenta de que su distancia a nosotros es de cincuenta años luz, lo cual quiere decir que lo que estamos viendo ahora mismo es el estado de esa estrella de hace exactamente cincuenta años. Si mañana mismo, esta estrella se volatilizase, durante cincuenta años la seguiríamos viendo.
Si viviéramos en la Estrella Polar veríamos el presente, en esa estrella, pero cuando mirásemos a la Tierra, simultáneamente, veríamos también nuestros juegos infantiles de hace cincuenta años. Es decir, las cosas habrían pasado ya, pero las veríamos ya cincuenta años después.
Digamos, pues, que esta es la lógica, o la perspectiva, del Logos, su omnisciencia: todo cuanto ha sucedido desde el principio del mundo está sucediendo instantáneamente ante los ojos del Logos, de la misma manera que, desde el punto de vista de la Estrella Polar, las cosas pasadas están sucediendo ahora mismo, ante nuestro ojos, en este mismo instante.
Aún es más difícil comprender cómo o de qué manera el futuro participa y está presente en toda esta visión de conjunto. Pues desde el momento en el que el Logos objetiva todo este diseño mental ya no hay posibilidad de futuro, pues solo puede haber presente. Si esto es cierto, ¿existe el libre albedrío?, ¿o solo hay predestinación, y todo es fatalidad?
El Logos contempla el resultado de cada acto e incluso la influencia del mismo en círculos cada vez más y más anchos hasta afectar a un sistema entero. Es decir, el Logos ve las acciones de todas las causas que actúan, así como los efectos que introducen.
Los dos conceptos son ciertos, fatalismo y libertad, y existentes a la vez, los dos tan enlazados que pareciera que se confunden íntimamente. El intelecto espiritual solo admite el libre albedrío; mientras que el intelecto común, la predestinación, o fatalidad. Por desgracia, el intelecto concreto y racional es más poderoso, pues el intelecto espiritual aún lo tenemos muy poco desarrollado, por eso el fatalismo lo reconocemos instantáneamente. Donde la mente inferior ve fatalidad, la mente superior ve libre albedrío. El libre albedrío solo se descubre cuando se examina la realidad desde planos superiores.
Yo ruego encarecidamente al lector que medite largo y tendido sobre este problema, pues el problema de la libertad es el más radicalmente humano. Personalmente, tengo que decir que este es un tema que siempre me ha obsesionado, y que, de todos los temas que pueden caber en el llamado ocultismo, es el que aún más me sigue interesando. Sin lugar a dudas, la libertad fue el tema, el único tema, de toda la filosofía de Krishnamurti. Y fue el tema de la libertad el que a mí me llevó hasta Krishnamurti.
Verdaderamente, el ser humano común casi no tiene voluntad, se halla en las manos de su karma. Para este ser las circunstancias lo son todo, digamos que carece de libre albedrio: las circunstancias le traen y le llevan, primero dice una cosa y después otra. Eso es todo.
No sucede lo mismo para el ser humano desarrollado, aunque en él el peso del karma es decisivo, pero este le afectará de forma muy diferente al humano común.
Podríamos decir que la psicometría es una facultad de relación que tiene que ver con los anales akáshicos. La psicometría consiste en que una determinada persona, al ver, observar o tocar una partícula de materia o un objeto, puede tener conciencia no solo de cuántos poseedores han tenido ese objeto, o de cómo eran estos, sino de las vicisitudes de ese objeto. Igualmente ocurre con los libros o con las lecturas. Basta con tocar un libro, y un maestro instantáneamente no solo conoce al momento la realidad de su autor, su pensamiento y sus elucubraciones sino también a todos los comentaristas y polemistas que han contestado o comentado a ese autor. Es decir, que un maestro sin ningún esfuerzo puede llegar a saber de ese tema más que el propio autor o que cualquiera de sus continuadores.
Personalmente creo, que la única manera que tenemos de conocer los sucesos de la Atlántida, o la vida de las primeras rondas, o, aún más, las evoluciones de las anteriores cadenas, por ejemplo, es por medio de los anales akáshicos.
La visión de los registros akáshicos permite también la autoexploración acerca de quién fue uno mismo en vidas pasadas. Comentaba Leadbeater, entre divertido y molesto, que, en la ST, había ya cuatro María Estuardo, dos Cleopatra (“antepasado no muy deseable ciertamente”, dice el propio autor) y muchos más Julio César. Algún otro afirmaba ser Homero, y otros varios eran Shakespeare. El descrédito y la burla que esto supone para tan alta actividad del espíritu es evidente. Causa pena y mucha tristeza saber de cosas así. Leadbeater insiste en que “el ocultismo es la apoteosis del sentido común”, y que no todas las visiones que a uno le salen al encuentro son visiones de los registros akáshicos.
El escepticismo ha de ser una de las reglas de oro del esoterismo, porque si uno busca explicaciones ocultas a todo, puede que acabe rompiéndose el equilibrio interno y el sentido común, que siempre hay que defender. Ponernos en la tesitura de considerarlo todo como mágico o maravilloso no nos hace mejores ni más sabios, ni siquiera mejores servidores.
Estemos en guardia contra esos libros, esos cursillos, esos videntes quejuran y perjuran que para ellos acceder a los archivos akáshicos es tan fácil como para nosotros, vulgus populus, ir a la playa en un fin de semana. En casi todos ellos son hay sino ego e infantilismo.
En fin, mi propósito inicial era simplemente ofrecer la respuesta de la Teosofía a la pregunta, ¿”de qué hablamos cuando hablamos de registros akáshicos”?

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