10/07/2024
Partamos de una realidad en el nuevo pacto: La iglesia es el cuerpo de Cristo, y como tal, SOMOS “… la plenitud de Aquel que lo llena todo en todo” (Efesios 1:23 – NBLA). Ninguno de nosotros, de manera individual, porta la plenitud absoluta, sino que todos (como cuerpo) expresamos la plenitud de Cristo. En tal sentido, cuando nacimos de nuevo espiritualmente, de manera particular, cada uno de nosotros trajo velos en el alma, provenientes de nuestra “…anterior manera de vivir…” (Ef. 4:22), razón por la cual, el apóstol exhorta a los miembros del cuerpo de Cristo, a ser “… renovados en el espíritu de su mente” (Ef. 4:23).
Y es en ese proceso de transformación (de vuelta al origen), en donde los velos son quitados progresivamente, pues “… con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu” (2ª Co. 3:18). ¿Qué vemos aquí? Que todos (hasta el apóstol Pablo se incluyó) estamos en un proceso de transformación. ¡Ninguno de nosotros, por más luz que tenga, debería tener la osadía de asegurar que tiene todas las respuestas teológicas!
Tengamos cuidado, entonces, al afirmar o negar rotundamente ciertos aspectos relacionados al cuerpo, sin tomar en cuenta todo el contexto del asunto (como si acaso tuviésemos la verdad absoluta en todos los temas). Y, ojo, no me malinterpretes. Sé muy bien que hay temáticas innegociables en el Reino de Dios. Conocemos por el Espíritu que CRISTO ES LA VERDAD, y ciertamente hay tópicos divinos claramente revelados en la Escritura que no “venderé” jamás, pero en mi expresión literaria de hoy no me refiero a eso.
Hablo de que veo constantemente en las redes (con un poco de tristeza, lo admito) abundantes expresiones de perspectivas teológicas personales acerca de asuntos “menores”, como si nuestra óptica al respecto, fuese irrefutable. Entiendo que así nos pueda parecer, pero ¿no sería más propio de la humildad que portamos, que aclaremos en nuestras publicaciones, que lo que estamos afirmando es nuestra manera de ver las cosas, permitiendo y respetando así, otras formas de expresarlo también?
A veces, ambas partes que parecen antagónicas pueden referirse a lo mismo, pero con palabras distintas. Así que, no necesito denigrar la otra postura para afirmar la mía. Concluyo, pues, haciendo un llamado a quienes se consideren ministros competentes del nuevo pacto, para que revisemos en amor nuestras publicaciones, recordando siempre que “… si por causa de la comida tu hermano se entristece, ya no andas conforme al amor…” (Ro. 14:15). Si llegaste hasta esta parte de la lectura, aplaudo tu interés en que seamos conformados a la imagen del Hijo. ¡Bendecidos! 🙏