24/07/2022
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Del famoso cuento literario, a la realidad. La historia de NAUN BRIONES, el famoso ROBIN HOOD ECUATORIANO , y una de sus fotografías.
Bandolero lojano. A casi 80 años de su muerte, la gente del medio rural, especialmente de la zona fronteriza de Ecuador con Perú, lo recuerdan con nostalgia, y guardan en su memoria relatos interesantes que a través de la tradición oral nos trasladan a un realismo mágico del siglo pasado.
Cuentan que Naún, viviendo en carne propia el dolor, la miseria y la injusticia social, desde muy joven se convirtió en bandolero y se propuso arrebatar algo de las fortunas a los ricos y terratenientes para entregarla a los pobres.
La mala distribución de la riqueza lo encaminó a tomar esta decisión; y cómo no iba a sentirse marginado, si para él estaba clara la injusticia y la desigualdad social, la realidad histórica así lo demuestra.
Toda la provincia de Loja, por aquel entonces, estaba dividida en grandes latifundios, que pertenecían a tres familias: los Eguiguren con 14 haciendas; los Burneo con 10; y los Valdivieso con 6; y con latifundios menores, pero significativos, que pertenecían a los Arias, Samaniego y Riofrío.
Naún Briones vivió en una sociedad llena de desigualdades, parecida a la actual, la riqueza del país se concentrada en pocas manos y grupos de poder. Los campesinos, especialmente los chazos lojanos, que habitan en el cordón fronterizo, son los que más lo recuerdan, y alrededor de él se han tejido historias, ficciones y leyendas que forman parte de nuestro patrimonio narrativo, relatos que tienen algo de verdad, algo de historia y algo de fantasía; leyendas y tradiciones que se conservan gracias a la memoria colectiva.
En el pueblo lojano, en sus bastas llanuras, entre montañas y cañaverales, sigue presente el recuerdo de Naún. Pero, ¿quién fue realmente Naún Briones?, ¡se preguntará la juventud actual! Naún Briones fue un hombre de carne y hueso que vivió en el siglo anterior. Nació el 26 de noviembre de 1902, en Cangonamá , una localidad perteneciente al cantón Paltas, que murió un 13 de enero de 1935, a la edad de 33 años, en Sozoranga, acribillado por un pelotón de carabineros, al mando del Mayor Deifilio Morocho. Fue un bandolero de estirpe, comenta, quienes aún viven para contarlo.
Allá en Sozoranga, el octogenario don José Alfredo Narváez me contó este hermoso relato que hoy lo comparto a los lectores.
MI TÍO LO CASÓ A NAÚN, es una narración sencilla, curiosa y muy original. Así comienza su testimonio: “ Verá!, en la escuela del barrio Tumbunuma, a una legua de distancia de aquí, y por casualidades del destino, llegó Naún, esquivando a las tropas de Deifilio Morocho. En la pequeña escuela del pueblo conoció a la profesora Isolina Jaramillo Mora, hermana de Dolores, la mujer de quien el famoso bandolero se enamoraría. El noviazgo no demoró mucho, le propuso matrimonio, y mi tío, el cura Alfredo Narváez, en 1934 , los casó. El matrimonio fue calladito, lo realizaron a la media noche, por la condición de prófugo del novio. No disfrutaron de su nueva vida juntos, porque al poco tiempo, en enero de 1935 , Naún murió ...”
“ La gente decía que Naún amenazó al cura, y que le puso el cañón de la pi***la en la sien para que los case; eso no es cierto! Mi tío contó que Naún era un joven educado, y que con toda delicadeza le solicitó su santa bendición ”, comenta, mientras se envuelve mágicamente en su relato, y continúa: “.. era sencillo y muy bien educado! En cuanto a la novia, Dolores, era una joven muy simpática, morena y distinguida. Tenía 7 años más que Naún, no era mucho, pero era mayor a él. Fue muy devota, decían, y que gracias a su fe, había contraído nupcias con el prófugo para salvarle el alma, ¡sí, esas eran sus intensiones!...”
“... Yo fui amigo de Dolores, ella me contaba que Naún era un hombre bohemio y generoso, un gran hombre, que no ofendía a nadie, y que su carisma le lleno de muchas amistades”.
Ahora, cuando se refiere a la muerte de Naún, continúa:
“ Las tropas de Morocho los acorralaron en la quebrada!, los cerraron en círculo: desde Los Pozos bajaron cerca de La Loma hasta encontrarse con el barrio La Cruz y Guamaní; entonces, Naún y sus compañeros fueron acorralados sin salida. Yo vivía con mi madrina. Envuelto en mi ansiedad, al ver cercano el fin de nuestro héroe, le comenté: ... ya lo entramparon a Naún!. Y cómo lo sabes refutó, un tanto molesta? ¡Vaa!, conteste: Están disparando a la redonda!, les están estrechando por todos los lados y recodos!...”
El relator, mientras toma un sorbo de café, continúa: “ Cerca de Piedra Liza había una laguna grande, más arriba una peña. Ahí se refugiaron Rindolfo Espinosa, Victor Pardo y Naún, los bandoleros perseguidos. Claro que que dieron lucha carajo!, le hicieron bastante resistencia, a su cazador, quien agotado por la persecución, y al no poder capturarlos, ordenó dinamitar la peña. No murieron enseguida, Rindolfo Espinoza alcanzó la absolución del padre; decían que le encontraron puesto en su cuello el escapulario de la Virgen del Carmen. ¡Había sido devoto! A Víctor Pardo le vaciaron los sesos; pero a Naún no le pudieron matar!, se suicidó, acorralado y sin salida, como un hombre de honor, tomó la decisión de hacerlo. Eso se constató muchos años después, en 1988, cuando exhumaron sus restos del cementerio antiguo, para colocarlos en el actual. Era visible el preciso trayecto de la bala, que él mismo se había propinado en la cabeza...”
Continúa, mientras navega entre sus recuerdos y anécdotas: “ A los mu***os los trajeron al Cabildo para hacerles la autopsia. Fue don Abrahan Muñoz quien hizo este trabajo. Yo, descuidando a mi madrina, vi todo el tropel de la misteriosa autopsia. Don Abrahan, con la ayuda de otras personas, pesó en una balanza de mates los sesos de Naún. No recuerdo bien si fueron dos o tres libras y media. Don Abrahan Muñoz era un viejito talabartero al cual siempre llamaban para que se encargue de estos oficios. Dolores Jaramillo, su mujer, mandó a hacer una buena caja para Naún, al igual que los familiares de Víctor Pardo , su difunto. A Rindolfo, alma bendita y descarriada, le hicieron una mediana, porque no tenía familiares cerca de aquí...”
“ El 14 de enero, el Padre Alfredo Narváez celebró la misa de cuerpo presente para los tres. Aún recuerdo sus palabras: - “ Ayer Sozoranga se vistió de luto, fue el día más triste, tres vidas se opacaron. Culpables o no, Dios los llamó a su lado, y hoy están caminando hacia el Señor”-, sentenció solemnemente el cura. En tanto que sus compañeros le compusieron unas cuantas coplas, que con el paso del tiempo se cantaban por toda Loja, recordando la tragedia:
- “ Más de cien soldados vienen a emboscarlo en Piedra Liza, la gente asustada, llora el cielo, truena y graniza..., con la sangre de Naún la laguna se tiñó, Sozoranga se asustó por la muerte de Naún..., dijeron que lo mataron, pero eso no sucedió, los pobres aseguraron
que él mismo se disparó.., en los cantones lojanos
sin miedo camina aún,
tranquilo, valiente, ufano,
el bandolero Naún...”- ; y así es como termina está historia, que un bribón decente inspiró... “, concluye.