09/09/2024
||08/09/2024
𝙎𝙐𝘾𝙐𝙈𝘽Í𝙊𝙎 𝙎𝙀 𝘿𝙀𝙎𝘼𝙉𝙂𝙍𝘼 𝘼𝙉𝙏𝙀 𝙇𝘼 𝙄𝙉𝘿𝙄𝙁𝙀𝙍𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼 𝘿𝙀 𝘼𝙐𝙏𝙊𝙍𝙄𝘿𝘼𝘿𝙀𝙎, ¿𝘿𝙀𝘽𝙀𝙍Í𝘼𝙈𝙊𝙎 𝙀𝙉𝙏𝙍𝘼𝙍 𝙀𝙉 𝙀𝙎𝙏𝘼𝘿𝙊 𝘿𝙀 𝙀𝙓𝘾𝙀𝙋𝘾𝙄Ó𝙉?
Sucumbíos se desangra, y la indiferencia nos mata tanto como las balas. La violencia nos está devorando vivos, y lo único que el pueblo recibe son promesas vacías, mientras la muerte sigue siendo la única respuesta. ¿Hasta cuándo seguiremos viendo cómo nuestras calles se tiñen de rojo? ¿Cuándo las autoridades finalmente actuarán?.
Este fin de semana, cinco personas más fueron brutalmente asesinadas en Sucumbíos, sumando ya ocho vidas arrebatadas en cuestión de los últimos 7 días.
Vidas extinguidas a sangre fría, víctimas de sicariatos despiadados y hasta de absurdas discusiones triviales. Llegamos al punto de que una vida puede perderse simplemente por una disputa entre propietarios de perros, como en el caso reciente de un ciudadano venezolano que apuñaló a otra persona hasta matarla y luego huyó sin que nadie pudiera detenerlo.
El terror ha tomado cada rincón de la provincia. En cantones como Shushufindi, Lago Agrio y otros, la violencia reina sin control. No hay lugar seguro ni de día, mucho menos en la noche. Las calles se han convertido en escenarios de miedo, mientras las familias se encierran en sus casas, temerosas de que el siguiente disparo sea para ellos.
Las cifras de muertes violentas ya han superado por mucho las del año pasado, y sin embargo, ¿qué se está haciendo? Nadie informa Nada .
Cada semana más personas caen, y lo único que recibimos es el silencio cómplice de las autoridades, quienes parecen haber olvidado su responsabilidad de protegernos y entender que todos somos parte del problema de inseguridad.
¿Dónde están los informes? ¿Dónde están las acciones? Nos ahoga la indiferencia de quienes deberían estar al frente de la seguridad de esta provincia, simplemente se ignora a la prensa o se le informa cualquier tribialidad de una acción básica y no de los verdaderos problemas que suscitan en la localidad.
El colmo de la violencia llegó anoche, cuando a las 20:15, un hombre armado entró en un negocio en el cantón Gonzalo Pizarro y, sin mediar palabra, disparó a quemarropa a Jairo Burbano, un hombre de 37 años, exconcejal, reconocido líder social y deportivo de esa ciudad.
No solo le dispararon, le arrancaron la vida frente a su hijo de 18 años, quien tuvo que presenciar el horror de ver a su padre caer sin poder hacer nada. ¿Cuánta crueldad más podemos soportar?, se conoce extraoficialmente que se detuvo unos minutos a un hombre con las características del sicario y al no haber pruebas contundentes supuestamente, policía lo liberó, ni siquiera se lo detuvo para investigaciones, o comprobar si había rasgos de pólvora en su cuerpo, etc, ante la duda y posibilidad de encontrar el culpable de este as*****to.
Hoy, amigos, familiares y conocidos lloran la partida de Jairo, un hombre conocido por su bondad, su respeto hacia los demás y su servicio desinteresado. ¿Por qué alguien como él tuvo que morir de esta manera? Nadie lo entiende, y mientras las lágrimas caen, la impotencia y el miedo crecen. Hoy fue llevado de Lago Agrio a su ciudad, donde lo recibieron con lágrimas y dolor, hoy lo están velando en su negocio, y lo mínimo que se espera es que se encuentre al o los responsables de su crimen.
Autoridades, Asambleístas, Presidente de la República, ¿hasta cuándo el silencio? Los cuerpos siguen cayendo, pero no hay justicia, no hay respuestas. ¡Sucumbíos necesita un estado de excepción YA! Es la única manera de que la policía y el ejército actúen sin obstáculos, sin filtraciones, sin miedo a enfrentar la violencia de frente, sorprender a los delincuentes y tratar en las mismas condiciones, sin que los defienda nadie.
Las familias ya no pueden más. Claman por respuestas, exigen la paz que les han arrebatado, pero lo único que reciben es más dolor y más sangre. ¿Hasta cuándo vamos a vivir así? ¿Cuántas vidas más tendrán que apagarse antes de que el Estado despierte?
GOBIERNO, despertarse, en Sucumbíos las muertes siguen aumentando, y la paz sigue siendo un sueño lejano.
Informa : Informate lumbaqui