04/11/2022
Para evitar que la confrontación social explotara, desatada por la reelección de Bolsonaro, y motorizada por el desastre administrativo, en el contexto de la crisis del valor valorizandose, la democracia “elige” a Lula, para que intente apagar el fuego que significa la amenaza latente del proletariado. La burguesía, con la experiencia del 2013-2014, cambió de gerente, obligada por la posibilidad de la revolución social en Brasil. Es cuestión de tiempo para que la revuelta estalle en su gobierno de izquierda. Pero vamos a permitir que nuestros hermanos de clase desde Brasil nos expliquen que tipo de práctica tiene que asumir el proletariado, para derrocar a Lula y abrir un proceso revolucionario hacia la Comunidad Humana:
[𝗕𝗿𝗮𝘀𝗶𝗹] 3𝗲𝗿 𝘁𝗿𝗶𝘂𝗻𝗳𝗼 𝗽𝗿𝗲𝘀𝗶𝗱𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗱𝗲 𝗟𝘂𝗹𝗮: ¡𝗡𝗮𝗱𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗰𝗲𝗹𝗲𝗯𝗿𝗮𝗿! 𝗘𝗹 𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝗮𝗹𝗶𝘀𝗺𝗼, 𝗮𝘂𝗻𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝘃𝗶𝘀𝘁𝗮 𝗱𝗲 𝗶𝘇𝗾𝘂𝗶𝗲𝗿𝗱𝗮, 𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝗮𝗹𝗶𝘀𝗺𝗼 𝘀𝗲 𝗾𝘂𝗲𝗱𝗮
Sí: el capitalismo, aunque se vista de izquierda, capitalismo se queda. Porque no es un modo de administración del Estado, sino un modo de producción y reproducción social en el cual la burguesía -con su Estado- explota, domina, divide, reprime y coopta al proletariado. Por lo tanto, "la izquierda en el poder" no es más que la Izquierda del Capital o, lo que es igual, el Tentáculo Izquierdo de la Contrarrevolución Capitalista, en Brasil y en todo el mundo.
El Estado NO es neutral: es el Estado del Capital, relación social personificada por el empresariado o la clase patronal, la cual vive y gobierna a costa de la explotación de la clase trabajadora. Y así como los administradores de una empresa no son los dueños y mandamases de la misma, así mismo no importa quiénes administren temporalmente las instituciones estatales; en este caso, pueden ser hasta políticos y sindicalistas progresistas o de izquierda, como Lula. Lo que realmente importa es que esta estructura de poder concentrado del Capital que es el Estado se mantenga, sobre la base material de sus relaciones de producción y de propiedad; por lo tanto, sobre la base de la producción de valor y plusvalor (contenido en las mercancías) por parte de la clase proletaria y la acumulación de capital por parte de la clase burguesa.
Por eso es que, por un lado, "el obrero presidente" Lula y su compañera de partido "la ex-guerrillera presidenta" Rousseff han negociado/pactado y negociarán/pactarán con grandes empresarios nacionales (Petrobras, Electrobras, Itaú Unibanco Holding, etc.) e internacionales (FMI, BM, Volkswagen, etc.), sumado a los "escándalos de corrupción" (por los que Lula fue hasta la cárcel). Mientras que, por otro lado, ha habido y habrá protestas de trabajadores y comunidades urbanas y rurales (protestas contra el alza del precio del transporte público, protestas contra la Copa Mundial de fútbol, docentes, trabajadores del acero, pobladores de las favelas, las haciendas y las selvas, etc.) en su contra. En un país tan gigante como Brasil, lo primero se contabiliza en cientos de miles de millones de dólares; y lo segundo, en millones de manifestantes reprimidos, encarcelados y hasta asesinados por la policía. La acumulación de capital y de poder está manchada, no sólo de sudor, sino de sangre proletaria. Lo cual no ha pasado ni pasará sin que haya lucha de clases.
Todo esto ha tenido lugar, no soló en el gobierno "fascista" de derecha de Bolsonaro, sino también en los gobiernos democráticos de izquierda de Lula y de Rousseff. Y en el 3er gobierno de Lula que está iniciando ahora mismo ocurrirán cosas similares e incluso peores. Porque izquierda y derecha NO son contrarias: son complementarias y alternantes en la administración del Estado, la economía, la crisis y la contrarrevolución capitalistas. Izquierda y derecha son dos tentáculos políticos e ideológicos del mismo kraken depredador de humanidad proletarizada y naturaleza. Más claro: "izquierda y derecha, la misma mi**da" con diferentes moscas. Porque la democracia en realidad es una dictadura burguesa encubierta o la dictadura social e invisibilizada de los propietarios/explotadores sobre los desposeídos/explotados. Porque gane quien gane las elecciones o gobierne quien gobierne, el proletariado siempre pierde, ya que tiene que seguir levantándose todas las mañanas para ir a trabajar, ser explotado, ganar algo de dinero y así sobrevivir o no morir. Tiene que seguir trabajando y pagando para vivir precariamente, sin cesar como la rueda del hámster, ya que todo lo que produce con sus manos y sus cerebros no le pertenece o le es ajeno. Mientras tanto, los burgueses de derecha y de izquierda -mafias incluidas- se siguen atragantando con comida y dr**as en sus lujosas mansiones, mismas que son construidas por albañiles miserables que mueren trabajando como en la canción "Construcción" de Chico Buarque.
Con respecto a las "políticas sociales" o los programas de asistencia social de los gobiernos de Lula y Rousseff ("hambre cero", "bolsa familia", etc.) no fueron sino eso: asistencialismo, caridad o migajas de la riqueza social para no afectar, encubrir y hasta legitimar la explotación, la dominación y la represión capitalistas. Esto es, el Estado democrático dando "zanahoria" al proletariado, mientras la burguesía lo seguía explotando en el trabajo (formal e informal) y acumulando capital a diario. Y mientras la policía y el ejército seguían "cazando" y exterminando proletarios sobrantes o sin trabajo ni futuro en las favelas, en su "lucha contra el narcotráfico", porque bajo el actual capitalismo en crisis todo lo que no produce valor debe morir.
Con respecto al "apoyo popular" o a la cooptación y movilización de masas populares por parte tanto del partido de Lula como del partido de Bolsonaro en estas últimas elecciones, no es más que la actual versión brasileña de la pugna intercapitalista que caracteriza a los periodos históricos contrarrevolucionarios: fracciones rivales de la clase dominante usando a fracciones de la clase dominada como masa de maniobra electoral y/o como carne de cañón en las calles para su pugna de poder. Con la particularidad en este caso de que, por las razones arriba expuestas, una parte del rebaño de Lula se decepcionó o se resintió con él y, a falta de una alternativa revolucionaria real, se pasó al rebaño de Bolsonaro. Del populismo de izquierda al populismo de derecha, con un componente de irracionalidad colectiva (religión y opinión pública incluidas) que ha sido promovida y capitalizada políticamente de lado y lado. Entendiendo que el "pueblo" en realidad es una masa interclasista y amorfa que es pastoreada por el Estado capitalista y sus tentáculos derecho e izquierdo. Dicho de otra forma, son esclavos modernos que están divididos y enfrentados entre sí por parte y en favor de sus respectivos amos políticos, en esta época global de reestructuración, crisis y contrarrevolución capitalistas, superficial y erróneamente denominada "neoliberalismo".
Entonces, la solución no es "derrotar al neoliberalismo en las urnas" ni tampoco "instaurar un gobierno popular por la vía armada" o, en su defecto, "derrotar a la derecha fascista en las calles": todas estas sólo son "soluciones" para la socialdemocracia de todo pelaje. ¡𝘕𝘰 𝘴𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘢𝘮𝘰, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘭𝘰! La solución de raíz para nuestra clase proletaria es tomar el poder... pero NO del Estado, al cual hay que destruirlo y superarlo junto con la propiedad privada, el trabajo asalariado y el mercado -que quede claro. Hay que tomar el poder sobre nuestra vida y cambiarla por completo, apropiándonos de todas las condiciones materiales que la hacen posible, y aboliendo el hecho fundamental de tener que trabajar a cambio de dinero para poder vivir. La solución de raíz, entonces, es la revolución social que destruya y supere la dictadura social del Capital o, lo que es lo mismo, la dictadura social del valor en proceso. Todo lo demás es andarse por las ramas o por las nubes. Porque el poder de clase realmente reside y se juega en el terreno de las relaciones de producción y de propiedad, no en el terreno de la representación política. Por lo tanto, sólo la lucha proletaria autónoma y antagonista en la producción (que hoy en día incluye la logística, los servicios y las plataformas digitales) puede romper la actual pugna intercapitalista-interclasista y producir un salto cualitativo en la correlación de fuerzas o el equilibrio de poder entre las clases.
Hay que tomar el poder sobre nuestras condiciones materiales de existencia con cabeza y mano propias, con autonomía e independencia de clase. Es decir, sin mesías, representantes ni intermediarios de derecha y, sobre todo, de izquierda. Porque toda representación política tiene por fin administrar o gestionar el Estado y la economía capitalistas. Porque el capitalismo y la contrarrevolución, aunque se vistan de izquierda, siguen siendo capitalismo y contrarrevolucion: los socialdemócratas o reformistas no son "traidores", son contrarrevolucionarios que cumplen su rol de bomberos de toda revuelta y revolución social, así como también su rol de administradores progresistas y asistencialistas del orden del Capital. Porque la democracia o las elecciones, las instituciones y las reformas son una trampa mortal para nuestra clase proletaria, de la que hay que salir y ya no volver a caer, ya que sólo fortalece al Estado burgués. Y porque quien se deja representar por un líder o le delega el poder sobre su propia vida, lo pierde. Entonces, "¡𝘭𝘢 𝘦𝘮𝘢𝘯𝘤𝘪𝘱𝘢𝘤𝘪ó𝘯 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘥𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘳á 𝘰𝘣𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘰𝘴 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘥𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘰 𝘯𝘰 𝘴𝘦𝘳á!" (Marx). O como bien dicen unos compañeros de la región griega: "¡𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘪𝘻𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢, 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘰𝘭𝘦𝘵𝘢𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰!" hasta su autoemancipación total, mediante la autoorganización y la acción directa de masas por sus necesidades materiales vitales, mismas que el Capital-Estado, su derecha y su izquierda jamás van a satisfacer realmente porque sus intereses de clase son antagónicos.
Nuestra autoemancipación total significa dejar de ser esclavos asalariados -y no asalariados-, dejar de ser clase trabajadora o la gallina de los huevos de oro del Capital y el rebaño del Estado llamado "pueblo" o "ciudadanía". Significa empezar a producir y reproducir nuestra vida como Comunidad humana real de individuos libremente asociados como tales, sin intermediación mercantil ni estatal sino mediante una red de asambleas y consejos dirigidos por nosotros mismos, para ello. Comunidad humana que, además, viva en equilibrio con la naturaleza (la mayor parte de la Amazonía, "el pulmón del planeta", está ubicada en Brasil).
Nada de esto puede ser "el paraíso en la tierra", porque eso no existe. Habrá problemas totalmente diferentes para los cuales habrá soluciones totalmente diferentes también. Pero, en cambio, el comunismo -entendido a grosso modo como la sociedad sin clases, Estado, dinero, mercado, fronteras nacionales ni opresiones sexuales y raciales- es lo único que realmente nos puede salvar el pellejo y regenerar como especie frente a la seria amenaza de su extinción por parte de la catástrofe capitalista global en curso.
Insistimos: la base de todo aquello es tomar el poder sobre las condiciones materiales de existencia para producir y transformar de raíz nuestras vidas y nuestras relaciones como individuos directamente sociales, aquí, en Brasil, en Irán, en China y en todo el mundo. La lucha de clases en el terreno de la producción y la reproducción social, hasta abolir y superar las clases mismas, es el camino. Todo lo demás es andarse por las ramas o por las nubes, mientras el Capital continúa su contrarrevolucionario y catastrófico reino de alienación, explotación y muerte, por más que se vista de izquierda.
𝙋𝙧𝙤𝙡𝙚𝙩𝙖𝙧𝙞𝙤𝙨 𝙃𝙖𝙧𝙩𝙤𝙨 𝘿𝙚 𝙎𝙚𝙧𝙡𝙤
Quito, noviembre de 2022