04/11/2024
Estaba tan rota que pensé que coserme era lo único que podía hacer para salvarme, para intentar ser yo misma otra vez.
La primera puntada, tímida y temblorosa, se hundió en mí, desgarrando el silencio que llevaba dentro, arrancándome un llanto profundo, un llanto que ya no podía contener.
Fue un dolor intenso, pero necesario. Con cada puntada, fui recogiendo mis propios pedazos, aunque aún no sabía si volvería a sentirme completo.
La última puntada… Ah, esa última puntada me arrancó un llanto diferente. Ya no era el dolor, era algo más fuerte. Era la emoción de sentirme viva, de estar entera. Llena de cicatrices, sí, pero más fuerte y real que nunca.
Así aprendí que a veces, coserse a una misma es el acto más profundo de amor propio.