05/10/2022
¿POR QUÉ COLOMBIA, PERÚ Y BOLIVIA SON LOS ÚNICOS QUE SIEMBRAN COCA?
Mientras que la ma*****na y el opio le han dado la vuelta al mundo y se cultivan desde el sótano de un adolescente en California hasta en los desiertos de Afganistán, la hoja de coca solo se siembra en Colombia, Perú y Bolivia. Estas son las razones.
Hace unas semanas, la Oficina para el Control de Dr**as de la Casa Blanca reveló sus cifras del cultivo de coca en Colombia. En 2019, según ellos, el país alcanzó 212.000 hectáreas, ligeramente por encima de las 208.000 de 2018. El otro sistema de monitoreo de cultivos ilícitos, el Simci de la ONU, presenta sus informes en el segundo semestre, y las cifras del año pasado todavía no están disponibles; en su informe anterior estimó que en 2018 había 169.000 hectáreas. Aunque los números no cuadran, coinciden en su tendencia al alza durante el último lustro.
Estas hectáreas de coca en Colombia se suman a 23.000 en Bolivia, según la ONU, y 49.000 en Perú. Los expertos dicen que la producción de coca es como un colchón de agua: aunque el total se mantenga igual, si se ejerce presión para reducirla en un país, se sube en otro. Así, mientras que Colombia redujo sus cultivos en la década del Plan Colombia, aumentaron en los otros países andinos. Y en los últimos años, la tendencia se devolvió. Lo que no cambia son las zonas que forman parte del colchón. Año tras año solo aparecen los sospechosos de siempre: Colombia, Perú y Bolivia. Estos tres países andinos se reparten la torta del cultivo de coca.
¿Por qué no hay coca en Venezuela, que es un importante punto de tránsito de la co***na colombiana, o en Ecuador, que está en medio de dos productores tradicionales del alcaloide? De igual manera, ¿por qué no hay cultivos de coca en Guatemala, que comparte una frontera con México, o en Honduras, donde la debilidad institucional y un presidente acusado de narcotráfico en Estados Unidos podrían ser terreno favorable?
O pensando más allá de América Latina, ¿en los narco-Estados de África occidental, como Guinea Bissau o Guinea Ecuatorial? Estos, que se han convertido en un punto de tránsito de la coca rumbo a Europa, que cuentan con dictadores y se lucran del tráfico, podrían fácilmente destinar cultivos bajo la protección de ejércitos públicos o privados.
En los últimos años, las autoridades han encontrado sembrados de coca en Guatemala y Honduras. Sin embargo, son microcultivos de unas pocas hectáreas que no alcanzan a cambiar la distribución del colchón de agua.
La resiliencia de las cifras colombianas es asombrosa. Después de dos décadas de una guerra frontal, con glifosato desde tierra y aire, innumerables campañas de erradicación manual y una sopa de letras de programas de sustitución (del Plante al PNIS), la coca sigue ahí.
El opio, por ejemplo, otra planta que produce estupefacientes, se ha expandido a nivel mundial: desde el Triángulo Dorado –Myanmar, Laos y Tailandia– y Afganistán, donde es cultivada por los talibanes, hasta las montañas del estado de Guerrero en México. Incluso, en los noventa, alcanzó a ser cultivada en Colombia.
¿Por qué solo hay coca en los Andes?
La respuesta obvia sería que la mata solo crece en el área andina, pero es falsa. Las plantas no crecen por motivos políticos, geoestratégicos o policiales. Crecen donde se cumplan unas determinadas condiciones agroecológicas de tierra, temperatura, humedad, altura sobre el nivel del mar, latitud y otras que se los permita. Condiciones tropicales similares a las de Tumaco o el Guaviare se pueden encontrar en todo el cinturón tropical. El ecosistema del Catatumbo no respeta la línea de demarcación entre Colombia y Venezuela.
La realidad es que no hay una buena explicación para que la producción de coca siga concentrada en los países andinos. En un mundo –y en un negocio– tan globalizado, no deja de ser una anomalía.
Juan Lucas Restrepo, director del Centro Internacional de Agricultura Tropical (Ciat) y Bioversity International, explica que “en agricultura se maneja un concepto que es el de ambientes análogos, y, por supuesto, hay ambientes análogos a los colombianos en África y en Asia, donde se podría dar el cultivo de coca. Desde el punto de vista agroambiental, no hay ninguna restricción, lo que significa que el problema es otro”.
Si la repuesta no es la agronomía, debe hallarse entonces en los costos. ¿Acaso es más barato producir en Colombia? Es factible pensar que las campañas de erradicación encarecerían la coca colombiana hasta el punto de sacarla del mercado. Claro que un estudio de costos del negocio de la co***na no solo contempla los de producción, sino también los logísticos del transporte y el riesgo de las incautaciones. Por un kilo de co***na pueden pagar entre 1.000 y 1.200 euros en la zona de producción, de 20.000 a 25.000 euros puesto en un puerto europeo y entre 150.000 y 200.000 euros vendido al detal en la calle.
Un consultor de una firma miraría el estudio de caso en términos de supply chain optimization. Recomendaría acortar las cadenas de suministro para reducir costos y evitar disrupciones a las mismas. Se puede pensar que, si los mercados principales son Estados Unidos y Europa Oriental, reubicar la producción más cerca del consumidor final tendría sentido para evitar cadenas logísticas tan largas. Bajo está lógica, Centroamérica podría abastecer al mercado americano, y África occidental al mercado europeo. El tráfico de coca es un negocio que mueve decenas de billones de dólares al año, y un ahorro de puntos porcentuales podría representar recursos millonarios en ganancias o ventajas frente a la competencia.
Según Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, una consultora de riesgo político, no es fácil que en otras naciones se replique la capacidad instalada que ya tiene el país para el procesamiento y tráfico del estupefaciente. “En Colombia no solo se encuentra la materia prima de forma fácil, sino también cuenta con instalaciones y personal capacitado en la transformación de la sustancia; existen los ingenieros y navegantes que hacen y tripulan los semisumergibles, y existen los vínculos de negocio con los compradores. Si fuera cualquier otra industria, uno podría decir que Colombia tiene experiencia y una ventaja competitiva que es difícil replicar en otros lugares, a menos que se cuente con capital semilla y una paciencia estratégica por parte de los grupos narcotraficantes”.