La Duat, el inframundo, es el lugar donde se enjuicia el corazón del mu**to, poniéndolo en una balanza contra una pluma. La balanza debe ceder del lado de la pluma, significando que el corazón pesa menos porque está libre de ataduras y cargas. En la Duat los mu**tos tienen que superar pruebas y peligros. Si el mu**to logra vencer las dificultades y el juicio le resulta favorable, trasciende a la r
egión de Aaru, el paraíso, un lugar de iluminación, fertilidad y abundancia espiritual. En este sentido, Duataru es el espacio de creación como lugar decisivo donde se propicia un momento de verdad entre el artista, su obra y el productor. El Momento de Verdad es el momento eventual de la iluminación, donde surge la comprensión vitalista para la conciencia del artista. Esta comprensión es una reacción neurológica en que se combinan pasión, razón y fe, y esto no se logra si el artista no elimina sus obstáculos: su orgullo y su pretensión, su miedo y su timidez, su inconstancia y su desconfianza, para que su corazón pese menos que una pluma y pueda plasmar eso en un registro sonoro. Los estudios de grabación tradicionales hacen un trabajo burocrático, mercantil, bursátil, fetichizado: cobran por hora, producen el arte como una simple mercancía, sólo les interesa facturar. En Duataru no hay tiempo cronológico, y el espacio no se reduce a una habitación. Duataru busca integrar la música y el arte con el mundo, no huir de él. Duataru hace parte de un proyecto más grande, que apenas está en construcción, pero ya tiene nombre: Hiperbórea. La Hiperbórea tiene objetivos pretensiosamente monumentales: se propone ser un Cuerpo Colectivo, que tendrá cabeza, manos y pies. Duataru son sus tímpanos y parte de sus cuerdas vocales.