10/06/2021
En un mes de junio, pero de 1843 marchó de este mundo un poeta que dejaba tras de si versos inmortales. Nos referimos a Johann Christian Friedrich Hölderlin.
Este maestro de los versos es considerado, con razón, uno de los poetas cuya obra cabalga a caballo entre el Romanticismo y el Clasicismo, y que más hondo calaron en la tradición filosófica y literaria que le siguió.
Hölderlin nació el 20 de marzo de 1770 en Lauffen am Neckar, ducado de Wurtemberg y murió el 7 de junio de 1843 en Tubinga donde estuvo al cuidado de un ebanista de la misma ciudad, entusiasta de la lectura del Hiperión, quien lo acogió en su casa, haciéndose cargo de los gastos de manutención la madre del poeta. Allí permaneció hasta su muerte, en unas condiciones de locura pacífica que se prolongaron durante treinta y seis años. Además de su poesía, en su obra cabe destacar la novela epistolar Hiperión, a la que pertenece esta cita, y la tragedia La muerte de Empédocles.
Junto a Píndaro, Dante o Shakespeare, Hölderlin es uno de los grandes cantores de la humanidad. La belleza de sus poemas alcanza una trascendencia que rebasa los límites del movimiento romántico en que se gestaron. Valga, pues, esta efeméride como recomendación de lectura de su obra.