Caicedo el poeta

Caicedo el poeta caicedo el poeta
(3)

Elige sabiamente, Gambetero. ♥️👀Los leemos...🤓
13/11/2024

Elige sabiamente, Gambetero. ♥️👀

Los leemos...🤓

Nunca olvide que mientras usted lloraba por esa persona, esa persona sonreía con otra.Mientras ud no podía dormir, esa p...
01/11/2024

Nunca olvide que mientras usted lloraba por esa persona, esa persona sonreía con otra.
Mientras ud no podía dormir, esa persona dormía con otra.
Mientras Ud se quedaba llorando todas las noches, esa persona se iba a dormir tranquila.
Mientras Ud esperaba ese mensaje, esa persona se enviaba mensajes con otra.
Y todo esto lo hacía sin sentir culpa, ni preocupación por ud.
La verdad es que a veces, con una disculpa no alcanza, ni con un perdón, o un lo siento. Porque muchas veces la gente se siente mal solo por ser descubierta, no por haberte hecho daño o desprecio.
Cuando realmente amas a alguien le eres leal de frente y a sus espaldas.
Perdone si puede, pero si no puede perdonar, no lo haga. Hay acciones que no merecen ser perdonadas ni se deben perdonar, ni la mentira, ni el desprecio, ni la falta de respeto, ni la infidelidad, ni la traición.
Y si tiene que llorar hágalo, pero luego levántase y siga adelante. Esa es la mejor y única venganza que no daña a nadie 🦋

30/10/2024
Estrellas del fútbol que no ganaron un balón de oro. ⚽️
29/10/2024

Estrellas del fútbol que no ganaron un balón de oro. ⚽️

“Si algún día quieres llorar, llámame, no prometo hacerte reír, pero puedo llorar contigo.Si un día logras escapar, no d...
26/10/2024

“Si algún día quieres llorar, llámame, no prometo hacerte reír, pero puedo llorar contigo.

Si un día logras escapar, no dudes en llamarme, no prometo pedirte que te quedes, pero podré escapar contigo.

Si un día no quieres hablar con nadie, llámame, estaremos en silencio.

Pero si me llamas un día y no contesto, ven corriendo a mí,
porque sin duda, te estaré necesitando… ⌛️🥀

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¡Independiente Medellín ganó a Boyacá Chicó! ⚽️🇨🇴Un resultado justo y merecido por esa corrupción del fútbol Colombiano....
26/10/2024

¡Independiente Medellín ganó a Boyacá Chicó! ⚽️🇨🇴
Un resultado justo y merecido por esa corrupción del fútbol Colombiano. 👏🏽🇨🇴

"La lealtad significa respetar en presencia y ausencia".
24/10/2024

"La lealtad significa respetar en presencia y ausencia".

Cómo te extraño
24/10/2024

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Jajaja
21/10/2024

Jajaja

Que desea señor, Chuletón? 🥩😋, filet mignon?, churrasco?, lomo liso?. Le recomiendo un corte jugoso...🤤
20/10/2024

Que desea señor, Chuletón? 🥩😋, filet mignon?, churrasco?, lomo liso?. Le recomiendo un corte jugoso...🤤

Tu teléfono está a punto de sonar con buenas noticias 🌟🤑💯
20/10/2024

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“Tomaste un pedazo de mi alma y luego te fuiste. Como si yo no fuera nada”. 🥀🩹
20/10/2024

“Tomaste un pedazo de mi alma y luego te fuiste. Como si yo no fuera nada”. 🥀🩹

Amén
20/10/2024

Amén

El centavo y el pesoEl hombre se sentaba en su escritorio, mirando la pantalla. La luz que emanaba de ella tenía ese ton...
20/10/2024

El centavo y el peso

El hombre se sentaba en su escritorio, mirando la pantalla. La luz que emanaba de ella tenía ese tono azulado, frío, como un amanecer de invierno interminable. Sus dedos flotaban sobre el teclado, rígidos tras las largas horas de trabajo que se acumulaban a sus espaldas. El aire de la oficina estaba cargado con el olor rancio del café de siempre, un aroma amargo que mezclaba el cansancio con la rutina, mientras el zumbido lejano de la impresora llenaba el silencio. Cada tecla que presionaba parecía parte de un reflejo automático; su cuerpo actuaba por inercia, sin que hubiera un verdadero pensamiento detrás. Su silla crujía bajo su peso, y la tela áspera le recordaba que la comodidad ya no formaba parte de su vida.

Lo sentía, el agotamiento. No era solo la falta de energía o el peso en su pecho, era la forma en que los días se difuminaban y el tiempo parecía derretirse. Apenas percibió el sabor del emparedado frío que se obligó a comer durante el almuerzo; el pan estaba seco y la carne insípida. Masticaba por cumplir, como trabajaba por cumplir. Las luces fluorescentes sobre su cabeza zumbaban suavemente, parpadeando como el latido lento de su motivación, cada vez más débil. Había perdido la cuenta de las horas, los días, los meses.

Sus compañeros pasaban junto a su cubículo con miradas cansadas, sus sonrisas tensas, estiradas hasta lo irreal. Intercambiaban breves saludos, palabras innecesarias porque todos sentían lo mismo. Cada uno atrapado en su propio ciclo, con las manos sobre los mismos teclados, los ojos en las mismas pantallas. Algunos llevaban perfume o colonia, pero hasta eso se había vuelto parte del aire artificial, otro nivel de falsedad en la atmósfera estéril de la oficina.

Sentía una presión en el pecho, no solo por el estrés, sino por algo más profundo, algo que ya parecía permanente. Antes solía pensar en el futuro con esperanza. Ahora, ni siquiera veía más allá del próximo plazo. El médico había mencionado la posibilidad de una enfermedad cardíaca, una advertencia suave que entraba y salía de su mente como una nota al pie en su apretada agenda. Al principio se lo había tomado a la ligera, pero cada noche el latido en su pecho crecía, un ritmo constante y preocupante que no le dejaba dormir.

Y el sueño... La cama era demasiado grande ahora. Desde que su esposa lo dejó, desde que firmaron los papeles, la casa parecía hueca. Las sábanas estaban frías, sin importar cuánto se acurrucara en ellas. El silencio era sofocante, de esos que amplifican cada crujido de la casa, cada susurro del viento afuera. No había hablado con sus hijos en semanas; sus intentos por mantener la relación se desmoronaban, igual que su salud. Ahora vivían con su madre, un hecho que intentaba no pensar, aunque le roía constantemente.

Se sentó en la cama una noche, pasándose las manos por el cabello, ya adelgazado. Una risa seca escapó de sus labios, sorprendiéndolo. "Mírame", pensó, "matándome de tanto trabajar, y ¿para qué? Un sueldo que apenas alcanza para una comida sin culpa". Había una ironía amarga en todo aquello. Había soñado con ser exitoso, con hacer algo de sí mismo. En cambio, se había convertido en una sombra, repitiendo los movimientos para una empresa que apenas conocía su nombre.

Un día, sentado en un banco del parque durante la hora de almuerzo (aunque ya casi no lo notaba), un hombre más joven se dejó caer a su lado, jadeando y sosteniendo una hamburguesa de comida rápida. Le resultaba familiar: solía trabajar donde él había estado, hace mucho tiempo, antes de que todo se desmoronara.

—Hombre —dijo el joven entre bocados—, nos tienen corriendo, ¿no? Parece que por mucho que lo intente, no avanzo ni un paso. ¿Alguna vez te sentiste así?

El hombre parpadeó, las palabras resonando más de lo que esperaba.

—Sí, chico. Es una carrera, eso seguro. Pero no es una que puedas ganar. Créeme.

El joven soltó una carcajada, sin darse cuenta del peso detrás de esas palabras.

—Sí, cuando yo gano un centavo, el jefe gana un peso. Seguro está en su yate ahora mismo, mientras yo me ahogo con esta hamburguesa de plástico.

Esa sí le sacó una risa, una real, de esas que sorprenden por su brillo.

—¿Tú crees que la está disfrutando? —dijo el hombre, sacudiendo la cabeza—. Aunque viviera mil años, no podría gastar todo ese dinero. Pero aquí estamos, quebrándonos el lomo por un pedazo de eso.

Los ojos del joven se abrieron con sorpresa.

—¿De verdad crees que es así?

El hombre miró el parque, los árboles verdes que se mecían suavemente con la brisa, su movimiento casi burlándose de su vida estancada.

—Peor de lo que crees, chico. Este sistema... está diseñado para exprimirme. Para exprimirnos. Para ellos somos números, reportes de productividad. Ya no somos personas, solo engranajes en una máquina que sigue funcionando aunque nos caigamos.

El joven permaneció en silencio por un momento, masticando pensativamente.

—Sí, a veces me siento así. Tenía sueños, ¿sabes? Cosas que quería hacer, y ahora... ahora ni siquiera recuerdo cuáles eran. Solo trabajo, y ¿para qué? Solo para pagar la renta, la comida, las cuentas y las deudas. Me siento joven aun, pero creo que estoy atrapado

El hombre asintió lentamente, sintiendo el conocido dolor en su pecho, no solo por la enfermedad del corazón, sino por los años que había dejado escapar, por las oportunidades perdidas.

—Esa es la trampa —dijo, con una voz suave, casi melancólica—. No te das cuenta hasta que es demasiado tarde. Trabajé, trabajé hasta que lo perdí todo. Mi esposa, mis hijos, mis amigos... todo se fue. Y ahora solo estoy aquí, preguntándome dónde me equivoqué.

El viento sopló, llevando consigo el tenue olor de las flores que empezaban a florecer en el parque. Pero para él, ese aroma era agridulce, un recordatorio de todo lo bello que se había perdido.

—Crees que va a mejorar —continuó—, pero no lo hace. Porque no importa cuánto lo intentemos, el sistema no está hecho para que triunfemos. Solo somos... relleno. Y así ha sido por siglos. La gente no se levanta por hambre, por eso pasan las generaciones de pobres sin que nada cambie. Es una triste realidad histórica.

El joven lo miró, procesando el peso de aquellas palabras.

—¿Hay alguna salida? —preguntó, casi con miedo de la respuesta.

El hombre se encogió de hombros.

—No lo sé. No creo que la haya, no con lo que tenemos ahora. La gente parece zombi, mu**ta en vida, y no tiene el menor interés en protestar. Quizá lo único que podemos hacer es encontrar un poco de alegría donde podamos. Reírnos cuando podamos, aunque sea una risa amarga y, sobre todo, dedicarle tiempo a la familia y amigos.

—¿Y usted por qué no ha luchado por cambiar las cosas?

El hombre se quedó callado un rato y luego dijo:

—Porque me creí el cuento de que si me despertaba temprano y trabajaba lo más duro posible, tendría una vida feliz. Muy tarde me enteré de que había vivido en una mentira... además, para ser completamente franco, no tengo ni la valentía ni el deseo de que me maten. Porque eso hacen los que controlan el sistema para silenciar las voces críticas. Patético, ¿verdad?

El muchacho no respondió, visiblemente afectado por conocer la verdad en su forma más cruda.

Y así se quedaron en silencio, el joven digiriendo lo que había escuchado, mientras el hombre mayor miraba el mundo que había ignorado durante tantos años. El parque era hermoso, pero se sentía distante, inalcanzable, como una vida que había conocido una vez, pero que nunca podría recuperar. FIN

© Mateo Cruz. Todos los derechos reservados.

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20/10/2024

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