02/07/2023
Obligado a salir de Prusia, Francia y Bruselas, logró sobreponerse a la muerte de tres de sus siete hijos y a indignantes condiciones de pobreza, produciendo una obra capaz de transformar la historia. Contra las amenazas del anacrónico régimen prusiano y de los delirantes sucesores de Napoleón, dedicó toda la potencia de su intelecto a describir minuciosamente y con un admirable rigor, el funcionamiento del modo de producción capitalista para abolirlo: descubrió el secreto de la plusvalía absoluta y relativa donde el trabajador crea más valor de lo que recibe en su salario, calculando la magnitud exacta del robo del trabajo que todo capitalista y pequeño-burgués realiza en toda industria, fábrica, empresa o mercado al restar el precio de una mercancía a la suma del costo de los medios de producción y del valor del salario, señalando la generación de un excedente llamado plusvalor. Describió el ciclo del capital bajo el esquema mercancía-capital-dinero, detallando las leyes de la circulación y competencia así como el mecanismo del mercado, explicó la función que cumple el dinero como equivalente general, definió el valor de uso, el valor de cambio y determinó que el trabajo abstracto crea el valor que luego se transforma en precio, consiguió explicar el papel del capital financiero en la consolidación de monopolios fruto del proceso de centralización del capital; comprendió las causas y consecuencias de las crisis del capitalismo (crisis de superproducción y de especulación de capital ficticio) detalló procesos históricos como la acumulación originaria del capital y la transición de un modo de producción a otro, desarrolló una filosofía social que interpreta la cultura, el derecho, la política y la historia en función de la anatomía del modo de producción, superando con ello, el idealismo Hegeliano entre muchos otros logros en el ámbito de la economía política y la sociología. Su teoría del valor-trabajo es tan sólida y vigente que en la mayoría de los casos, se pretende desvirtuar su pensamiento económico en virtud de las atrocidades cometidas por Stalin, Mao y Pol Pot. Menuda y absurda falacia. Primero, en ningún país del MAL LLAMADO socialismo real, hubo una colectivización de los medios de producción que permitiera a los proletarios tener el control de lo que producen; ni en la Unión soviética ni mucho menos en China se abolieron contradicciones del capitalismo como la propiedad privada de los recursos y fuerzas productivas ni la plusvalía ni la relación capital-trabajo asalariado ni tampoco la estructura de clases-el partido central era una burguesía- luego, lejos de ser sociedades comunistas, fueron CAPITALISMOS DE ESTADO militaristas y totalitarios. En segundo lugar, Marx jamás habla en sus obras de crear campos de concentración, de realizar desastrosas reformas agrarias para hacer morir de hambre a millones de campesinos, no habla de convertir la política en religión ni del imperialismo militarista basado en el uso destructivo de la ciencia y la tecnología. Desde su crítica a la religión y al idealismo, pasando por su crítica a la economía burguesa, el pensamiento de Marx ha de ser la vanguardia para la urgente transformación de un sistema económico que destruye la naturaleza, que amenaza el futuro de la vida en este planeta con las armas de destrucción masiva, que produce no para satisfacer las necesidades reales de las mayorías sino para generar riqueza privada. El momento de actuar, es ahora.
Escrito por Nicolás Esteban Fajardo.