17/05/2021
Ahora trato de recordar aquel Congreso de la CUT en Cartagena. El 90% de los asistentes éramos antigobiernistas, pero había un sector radical que pretendió que la Central expidiera una resolución rechazando al paramilitarismo. Otros alegábamos que no había asesinos buenos y asesinos malos, que la resolución debería rechazar a paracos y guerrilla. Al final, un discurso sesudo y corajudo de Lucho Garzón, presidente de la Central y respaldado por la mayoría de los asistentes, decidió una postura sensata del Congreso.
Ahora hemos visto policías disparando a marchantes sin más ni más, conocemos de desaparecidos en el marco de los disturbios, personas que han perdido sus ojos, jóvenes brutalmente tratados por decenas de motorizados. Y al tiempo se ha visto como centenares de muchachos responden a la violencia con violencia. Hemos criticado la desproporcionalidad en los ataques. Un muchacho tira una piedra o una patada y el policía lo asesina de 3 tiros. Eso es inaceptable, hay normas y si a los policías los esperan en la casa, argumento de quienes defienden su actitud; a los hijos también se les espera cuando salen a protestar con justeza.
Nos ha tocado conocer actos demenciales. Un policía disparando gases lacrimógenos al interior de una buseta llena, y también ver un muchacho celebrando desde el techo de un CAI por haber lanzado llamas a un recinto con policías en su interior. Y tal vez mis ojos y los suyos han visto poco en relación con todo lo que ha pasado. Los bloqueos a las vías también han tenido desenlaces mortales e inconcebibles. Pero los mu***os los ha puesto la gente de civil, eso no se entiende, pero ahí está.
No sé qué siente un policía con un arma letal en su mano frente a una masa de gritos y agresiones. Tampoco sé que mis hijos se acuesten sin comer, vivir en el desamparo, ni crecer sin esperanzas. Esos niveles de desesperación y rabia de hoy los medirán sociólogos y especialistas, yo solo sufro mi aparente confort.
Lo que si sé es que arriba, mirando desapacible, hay un presidente y un gobierno infame que han llevado a unos y otros a esta terrible situación. Ahora llaman a un diálogo. Un diálogo a su manera, supongo. Parecido al de 2019…Hablen, propongan digan y al final hacemos lo que nos dé la gana, lo que más favorezca a los nuestros.
En vez de escudarse ahora en el vandalismo de unos pocos para esconder el olvido a tantos, han debido antes de asesinar al primer muchacho, escuchar, conversar con los inconformes que gritaban. Ahora los políticos salen a pontificar sobre el deber ser y a decir que estamos a tiempo, después de tantos mu***os. Hay una gran crisis económica ética y social agravadas por la pandemia que no se arreglan a bala.