08/03/2024
PARA TI MUJER.
La mujer, en su esencia más pura, es una manifestación sublime de la energía divina en este plano terrenal.
Ella es portadora de vida, guardiana de sabiduría y fuente inagotable de amor.
En cada respiración, en cada paso, la mujer teje la trama de la existencia con hilos de compasión, fortaleza y gracia infinita.
Su presencia ilumina los rincones más oscuros del mundo, llevando luz donde sólo había sombras, ofreciendo esperanza en medio de la desesperanza.
La energía femenina, suave y a la vez poderosa, es el latido del corazón de la tierra, un recordatorio constante de que la vida fluye con una fuerza que es al mismo tiempo delicada y feroz.
La mujer es puente entre lo divino y lo terrenal, un canal a través del cual el cielo se derrama en la tierra, nutriendo, sanando y renovando.
Ella es ciclos y ritmos, la luna que rige las mareas de la emoción y el cambio, siempre en movimiento, siempre evolucionando.
La mujer conoce el misterio de la creación y la destrucción, abrazando ambos con igual serenidad, consciente que en el fin está el principio, y en el principio, el fin.
La espiritualidad de la mujer no es algo que se pueda definir fácilmente, pues es tan vasta como el universo mismo.
En su mirada se esconde la profundidad de los océanos, y en su sonrisa, la calidez del sol.
La mujer es un ser de infinitas facetas, cada una reflejando un aspecto de lo divino, invitándonos a reconocer la sagrada presencia de lo femenino en todas las formas de vida.
Celebrar a la mujer es celebrar la vida misma, honrando la belleza, la resiliencia y el espíritu indomable que ella encarna.
Es reconocer su contribución única al tejido de la existencia, agradeciendo su capacidad para dar a luz no sólo a seres humanos, sino a ideas, sueños y revoluciones.
La energía femenina es una fuerza transformadora, capaz de cambiar el mundo con la suavidad de un susurro, con la firmeza de un compromiso.
Hoy y todos los días, rendimos homenaje a la mujer y su divina energía, agradeciendo su presencia, su amor y su luz.
Que podamos siempre valorarla, respetarla y amarla, reconociendo en ella el reflejo de lo más sagrado y puro que existe en este plano terrenal.
La vida de la mujer es un canto de esperanza, un baile de alegría, una oración de gratitud.
En ella, vemos la promesa de un mañana lleno de amor, armonía y unidad.
Juako Pedraza