23/12/2024
Al Viejo Elías
Lo de Viejo alude no solo a que cuando lo conocí estaba por cumplir setenta años sino al mote cariñoso, porque mi papá había mu**to diez años antes de un infarto masivo y Elías, en muchos aspectos, fue para mí una figura paterna. Aun cuando discutíamos por su exacerbada inclinación al diálogo, a los términos medios (reconozco ser un exaltado que no tolera los grises: blanco o negro) siempre, pero siempre, fue un apoyo, una mano lista para ayudar a quien lo necesitara. Mucho más allá de mi vínculo personal, de nuestro común amor por los libros, de su fanatismo por El Chasqui, lo concreto es que Elías Pitluk vivía obsesionado por colaborar con la incipiente comunidad de Mar de las Pampas, esa que habían elegido con Flori para pasar la última etapa de sus vidas. Por los bomberos, por la escuela de Mar Azul, por el arte, por los alimentos para quienes tuvieran carencias, por la salita, ahí siempre iba a estar él dispuesto a tender su mano, a veces de manera pública junto a otros vecinos o instituciones, muchas otras en el silencio de su generosidad, de su corazón gigante.
En el libro Mar de las Pampas, una historia, conté varias anécdotas con él, siempre vinculadas a su participación en todo auquello que involucrara su palabra favorita: la comunidad. Linda palabra. El pasado 2 de diciembre hubiera cumplido noventa años. Una semana santa del 2014 el azar, el destino o aquel en que cada uno crea, quiso que Elías muriera de la misma forma que mi viejo, de un infarto masivo en el bar de su querido Aike Malem.
Termino con una anécdota que suelo repetir porque lo pinta de cuerpo entero: Pedro Lanteri organizó, allá por el 2004, un taller de teatro para adultos sin experiencia. Por supuesto allá fue Elías. La parte que más disfrutábamos solía ser la de las improvisaciones. En una ocasión éramos solo tres: Pilar, Elías y yo. Pedro mandó primero a Pilar a la "zona de improvisación", cruzar esa línea nos separaba de quiénes éramos para poder convertirnos en personajes. Entonces en pocas palabras me dijo que yo tenía que hacer de un tipo malísimo que haría sufrir a la pobre chica y que me secuaz (Elías) era más malo que yo, y era mudo. Y me empujó al "escenario". A Elías lo hizo mudo para que no pudiera interceder. Sin embargo, no pasaron más de dos minutos hasta que Elías arrastró a Pilar y su personaje más allá de la línea del improvisado escenario, porque no soportaba verla sufrir ni aún en una improvisación en la que él debía ser el más malo de todos...
Por todo eso, porque fue un gran tipo, porque cuando Horacio Taaranco dijo, hace más de veinte años, que no había un solo bar abierto en Mar de las Pampas en el invierno para tomar un café y Elías de inmediato habilitó el bar de Aike Malem todos los días, a todo público, y por mil razones más, es de plena justicia que una de las calles (Los Andes, que hacen esquina con lo que fue ese bar) lleve su nombre. El Concejo Deliberante de Villa Gesell acaba de aprobar la ordenanza, en breve se colocarán los carteles.
Mientras tanto, imagino a Elías, ahí donde esté, persiguiendo a Juan Forn para preguntarle qué era más importante en un cuento, "qué contar" o "cómo contarlo". Juan le seguirá diciendo el "cómo, por supuesto". Es posible que el Viejo le siga porfiando.