25/11/2023
El domingo cuando escuche que veníamos perdiendo por paliza la elección, tuve el mismo mareo que cuando mi mamá me dijo que papi tenía cáncer de páncreas.
Mi gran amor, mi salvador de los odios, se iría para siempre y no había nada que pudiera hacer con eso.
Mi país, es mi casa, la más linda de Latinoamérica, la más linda del planeta. Siempre presumí que tenemos todos los climas.
Cuando era adolescente no quise salir del país sin conocer la nieve, el mar y las montañas porque alguien seguro me preguntaría cómo es la Argentina. Y así fue, la primer pregunta me la hizo un niño que estaba con su abuelo en Bahía que vendían cositas en la calle y le dice pregúntale como es la nieve... Que bueno que había conocido la nieve en Bariloche.
Pasaron más de veinte años de aquel momento, eran los noventas y mi papá había mu**to hacía casi dos años.
Seguramente no entenderán algunos este duelo que intento hacer amorosamente. Sin rencores. Pero déjenme el descargo.
En los setenta, mi barrio, aquel donde mi viejo gracias a los planes de vivienda de luz y fuerza pudo comprarnos la casa, se jugaba fuerte al Softbol, hasta que un día nuestros entrenadores desaparecieron del mapa. Eran gurises más grandes que entrenaban a niñas y niños del barrio Rocamora. Nos llamábamos Espartaco y Rocamora, sonábamos como a clubes, pero éramos gurises nomás, haciendo un deporte que se había puesto de moda. Así como los del futbol dicen vamos a patear un rato, nosotras decíamos vamos a guantear.
Calles habitadas por niños y adolescentes que guanteaban y le ganaban los espacios a los autos ¿pueden imaginar eso? que fotaza hubiera sido si alguien hubiera tenido un celular.
Los entrenadores eran militantes del ERP y de MONTONEROS y otros solo militaban el softbol. Los militantes solo pegaban afiches, gurises del centro de estudiantes de las escuelas secundarias. Adiós a la diversión gratuita, a la contención barrial.
Una siesta jugábamos al carnaval y de repente un camión lleno de militares estacionó en la esquina, bajaron decenas de milicos, nos empujaban con las ithacas hacia el interior de las casas del barrio. Buscaban a los entrenadores, Rocamora era el foco infeccioso de los militantes guerrilleros (según los milicos) Mi papá temblando nos alzó a las dos, entró corriendo agitado y nos dijo, no salen más solas a la calle. No habíamos hecho nada. Sólo jugábamos, creímos que papá estaba enojado con nosotras, pero no, tenía un miedo enorme.
En casa se dejó de hablar de peronismo, de sindicatos al menos delante de las nenas como nos llamaba él y nos enviaron a la escuela privada por las dudas, no fuera que nos quedemos sin escuelas. Y también nos obligan a ser católicas, por las dudas, no fuera ha ser que dios exista y no nos dieron la oportunidad de conocerlo.
Años más tarde llegó Alfonsín, lo bajaron con la hiper y asumió el riojano mafioso y con esa corrida dolarizamos uno a uno. Vendió la patria y también a un hijo. Finalmente en 2001 reventó la economía como fuegos artificiales pero sobre todos los cuerpos y las mentes de los argentinos.
En el dos mil tres llegó Néstor y nos volvió a enamorar con el 25% de los votos. La p**a madre que valió la pena estar viva para comprender porque mi viejo quería tanto a Perón y a Evita. Hicieron tanto pero tanto tanto por el campo nacional y popular, que la derecha los adjetivó de mil maneras, menos de hacedores de la justicia social.
Repatriamos científicos, tuvimos satélites, salud, escuelas, vacaciones, siii los pobres pudieron ir al mar con sus familias numerosas y en las escuelas daban libros gratis y comp**adoras, jubilamos a todos y todas las personas que habían trabajado en negro y a las amas de casa y todo con la nuestra. Los comedores funcionaban, conseguimos leyes, fuimos ejemplo internacional en políticas derechos humanos, recuperamos nietos y cuerpos de los desaparecidos, la mayoría sabía que no fue una guerra si no terrorismo de estado. Hasta las viejas que tejían gorros para mandarle a soldados de Malvinas para colaborar con Camps. Pero esta sociedad cíclica aguanto el zurdaje bueno hasta 2015 y volvió a elegir a la derecha. Con el mafia ganamos 100 años de deuda, ojalá hubieran sido de soledad. Y después llego Alberto, un experto en destruirlo todo. Nuestro caballo de troya. La p**a digo, otra vez la pelota al patio. Lo único que le pido es que no discuta usté que no averigua de que la deuda no la dejó Cristina, cierre el orto si no sabe y solo chequea con TN, La Nazión o América. Sea curiosa/o, la p**a madre, pero con más énfasis, porque por usted llegamos hasta acá.
No lo odio, usted me duele, hermano/a de mi patria o matria.
Acaban de asesinar la República y con ella a todos nosotros incluido/a usted.
Es tan cierto lo que digo que ni siquiera tengo que darle tiempo. Es vox populi en toditos los medios que el mafioso se robo el gobierno del presidente electo. Tiraron a la mi**da cuarenta años de democracia. No hubo fraude, hay gobierno de facto.
Sabíamos que el mafioso era chorro pero nunca pensamos que se iba a afanar un gobierno.
Estoy de duelo, no porque perdió el peronismo, si no porque perdimos la democracia tan hermosa que nos llevó cuarenta años construir, a todos, incluído/a usted.